Desde el título hasta la contraportada se percibe el desplazamiento que hace quiebre con el discurso tradicional que aloja el problema en el seno “intra-familiar”, esquivando cualquier atisbo de sujeción, rehúye de los imaginarios de la víctima, la mala madre o la loca, porque la violencia hacia las mujeres en esta cultura de dominación masculina es siempre un asunto de política sexual. “Visto tras Visto” de su auto-resolución, Daniela escabulle al mandato de la ley del padre haciendo de lo personal algo político, porque “¡Fracasar es imposible!”.

Jessica Gamboa Valdés
La obra Foja Cero de la artista visual Daniela Bertolini nos propone una reflexión articulada en torno a las interrogantes y denuncias que el movimiento de mujeres ha colocado en el debate público durante los últimos años[1], porque la violencia en contra de las mujeres sigue amparada por las instituciones del Estado. En ese continuum político y simbólico la autora inscribe su propia causa judicial, transformada en un libro de artista.
Foja Cero congrega una doble apuesta. Por un lado, indica el carácter androcéntrico y misógino subyacente en las intervenciones institucionalizadas y, por otro, el recomenzar o volver a un inicio, como plantea Hannah Arendt, nacer en la acción y la capacidad de traer algo nuevo[2].
Es una obra rebelde, porque su creadora lo es.
El trabajo de Daniela es una obra encarnada, zurcida con las entrañas. Nos invita con su relato en primera persona a un diálogo con las imágenes, transitando por la puerta estrecha del sistema judicial y de sus operadores. Es un acto de denuncia y de libertad.
¿Quién fracasa, me pregunto?






El libro de la artista va develando el ‘contrato sexual’ entendido como el pacto masculino implícito en las sociedades modernas para dominar a las mujeres y a sus criaturas[3], el cual es sostenido y perpetuado, como plantea Adrienne Rich, por las instituciones del matrimonio, la maternidad y la heterosexualidad obligatorias[4].
Descreer y cuestionar su vigencia como institución de bienestar y protección per se, ha traído el ‘final del patriarcado’[5], aunque la violencia de tantos hombres no cese, sin embargo, lo más importante es que esa violencia se ha desnaturalizado.
El patriarcado ha terminado. Ha perdido su crédito entre las mujeres y ha terminado. Ha durado tanto como su capacidad de significar algo para la mente femenina. Ahora, perdida esa capacidad, nos damos cuenta de que, sin ella, no puede durar.
Por esta razón, me interesa hacer énfasis en la libertad que se respira página tras página, pues ELLA, la autora, pone como evidencia la experiencia, la que no puede ser capturada ni juzgada por el derecho patriarcal, aunque en su intento por hacerlo, generalmente fracasa y, sin embargo, insiste, hasta volverse caduco. Porque ya no tiene crédito en la vida de Daniela y de tantas.
Desde el título hasta la contraportada se percibe el desplazamiento que hace quiebre con el discurso tradicional que aloja el problema en el seno “intra-familiar”, esquivando cualquier atisbo de sujeción, rehúye de los imaginarios de la víctima, la mala madre o la loca, porque la violencia hacia las mujeres en esta cultura de dominación masculina es siempre un asunto de política sexual[6]. “Visto tras Visto” de su auto-resolución, Daniela escabulle al mandato de la ley del padre haciendo de lo personal algo político[7], porque “¡Fracasar es imposible!”[8].






Notas
[1] Ni una Menos, #Me too, Las Tesis, entre otros.
[2] Desde un análisis de la política de las mujeres ver en Diana Sartori, “Nacimiento y nacer en la acción. A partir de Hannah Arendt”, 1996.
[3] Profundizar esta lectura con su autora Carol Pateman. El contrato sexual, Ed. Ménades, 2019.
[4] Para profundizar en estos conceptos ver Adrienne Rich, ´Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana´ en Sangre, pan y poesía. Prosa escogida 1979-1985. Icaria, 2001.
[5] Descubrimiento hecho por las Mujeres de la Librería de Milán en 1996. Se puede leer en Libreria delle Donne di Milano.
[6] En referencia a la tesis doctoral, del mismo nombre, de la feminista radical estadounidense Kate Millet, 1970.
[7] En referencia al lúcido escrito de la feminista radical Carol Hanisch “Lo personal es político”. Notas del segundo año, 1970.
[8] Susan B. Antonhy, sufragista estadounidense, a fines del siglo XIX.
Jessica Alejandra Gamboa Valdés (1980). Hija de Cecilia y nieta de Zoila. Co-fundadora de la colectiva Feministas Lúcidas, sostén simbólico de su práctica política feminista desde el año 2014. Licenciada y titulada en Trabajo Social por la Universidad de las Artes y Ciencias Sociales ARCIS (2010). Magíster en Psicología Comunitaria de la Universidad de Chile (2012) y, acaba de concluir el Máster en La Política de las Mujeres (DUODA) de la Universidad de Barcelona (2022), donde pone en juego –el partir de sí– para aventurarse a las prácticas artísticas como gesto simbólico y estético-político desde su diferencia y sentido libre de ser mujer, recuperando el valor social de las imágenes femeninas y genealógicas, de esa forma, restituir lo que la filósofa Luisa Muraro (1994) ha denominado el orden simbólico de la madre. Actualmente, se dedica a la docencia universitaria.
