
L. Ricardo Acuña
[Curaduría de Camilo Pardow]
/FOTOGRAFÍA/ En esta ocasión, les invitamos a visitar en nuestra galería el proyecto de L. Ricardo Acuña, ESPORAS, quien expone un corpus de imágenes fotográficas intervenidas con hongos, lo cual expande el hecho fotográfico hacia el bioarte.

Catalina de los Ríos
/POESÍA/ Quiero escribir algo que no diga ni machismo, ni feminismo, ni violencia, ni (des)igualdad, ni minoría, ni sexo, ni movimiento, ni oficialidad, ni hegemonía, ni lucha, ni sumisa, ni linda-libre-y-loca, ni liberal, ni sociedad, ni discurso, ni ideología, ni revolución, ni capitalismo patriarcal, ni colonizada, ni abusada, ni víctima, ni se-lo-buscó, ni impunidad, ni compañeres, ni Coño Sur, ni parir-con-violencia, ni micromachismos, ni sororidad, ni historia, ni histeria, ni acoso callejero, ni piropo, ni no-quiero-tu-piropo, ni patriarcado, ni doméstico, ni machito opresor…

Sergio Guerra
/ENTREVISTA/ “Si bien la relación entre el arte y la naturaleza siempre ha sido una constante, por lo mismo es algo que está en permanente cambio y por lo mismo debemos seguir cuestionándonos, ahora que estamos en una crisis grave medioambiental, urge plantear respuestas a esto. Redefinir qué entendemos por naturaleza y cuál es nuestro lugar. Cuál es el límite de la actividad humana en relación a esto para dejar que florezcan y sobrevivan múltiples formas de vida”, asegura el artista visual residenciado en Valparaíso.

Sobre «Tres íconos del Canto porteño. Un rescate de la música bohemia»
Carlos Henrickson
/ENSAYO/ El contraste entre las luces del espectáculo y la gris vida real –que a veces tiende a la oscuridad, la invisibilidad más total– resulta de algún modo inquietante, así como el rol que acá juega la industria que administra la producción y distribución musical. El rol más palpable de los locales de la bohemia, por otro lado, nos remite a un fenómeno espectral en el Valparaíso actual, que tras determinar el carácter de la ciudad acabaron desapareciendo. Tres iconos del Canto porteño acaba recordando al lector la crueldad de la Historia (y no tan solo de la historia reciente), produciendo el sano malestar que debe producir el rescate de los hechos pasados, la puesta en escritura de un momento determinante para la cultura local.

Mauricio Tapia Rojo
/CUENTO/ «Cada mes, a una casa del pasaje le tocaba limpiar el basurero comunitario. Ese mes nos tocaba a nosotros, la casa 5. Cuando abrimos la tapa vimos los conejos muertos. Las cabezas casi colgando del cuello. Los ojos abiertos y secos. Las orejas cortadas en diagonal. La piel abierta. Las tripas afuera, siendo devoradas por unos furiosos gusanos blancos. Todo rodeado de moscas. Olor insoportable. Mucho asco. Mucha rabia. Puteamos al vecino que había dejado ahí, y así, a esos pobres conejitos. Sabíamos que los vecinos habían escuchado nuestras chuchadas. Sabíamos que los vecinos, detrás de sus visillos, habían visto nuestras muecas de asco mientras sacábamos los conejos muertos. Ellos siempre estaban ahí…». El relato «Pasaje cerrado» pertenece a Animales muertos, libro que será publicado próximamente por Schwob Ediciones.

Mariana Zegers Izquierdo
/ARTES VISUALES/ En la obra de Paula hay una reivindicación de los objetos como portadores de historias y memorias. Ante la desaparición de los cuerpos, y en una cultura donde todo pareciera desaparecer, volverse liviano y desvanecerse, esto es un gesto de resistencia. Un gesto de resistencia que se hace cargo no solo del presente de las cosas, sino de su pasado y de sus futuros posibles. Retazos de telas recicladas, tejeduras y libros confeccionados con cajas de tetra pack así nos lo señalan.
LIBROS

PRESENTACIÓN/ Pablo Aravena. La destrucción de Valparaíso. Escritos antipatrimonialistas. Valparaíso, Inubicalistas, 2020, pp. 145.
Este libro de Aravena está compuesto de una serie de ensayos breves en donde se plantea el proceso de patrimonialización de la ciudad como el modo particular en que Valparaíso ingresa nuevamente a la globalización, pero ya no como puerto estratégico de la fase expansiva del capitalismo, sino como mercancía cultural que se dispone en la ruta del turismo de intereses especiales. La dimensión que interesa aquí al autor es la de la subjetividad, explorando los posibles efectos en la memoria local de las transacciones que se efectúan hoy con el pasado.
Hace unas semanas, en el café-teatro “Valparaíso profundo”, se realizó una segunda presentación del libro de Aravena, esta vez de manera presencial. A continuación, los textos que en la ocasión expusieron los escritores Rodrigo Arroyo Castro y Jaime Pinos.
Rodrigo Arroyo Castro
No sabemos de qué modo las devastadoras huellas del progreso decantan la experiencia del desgarro y la barbarie en el lenguaje, cuál es la narrativa posible del habitante ante tales acontecimientos sino tal vez las formas en que este pueda sostener su propia humanidad. Quizá, la ficción patrimonial, ese modelo de negocios que se impuso a la ciudad, no necesariamente implica una cancelación o límite a las formas de vida que en ella encontramos.
jAIME pINOS
Paralelamente a la paulatina desaparición de los relatos que vienen de la experiencia y la imaginación popular, se instaura, desde el espacio institucional, un discurso definido ya no por su proveniencia social sino por su potencial de consumo. La memoria patrimonial se construye entonces como un dispositivo para la producción de mercancías de la memoria que reemplazan o suplantan la experiencia, real por vivida, de los habitantes.

Estómago vacío, de jugos lleno: una revisión de «la cueva» de Fernanda Meza
Iván Rivera
PRESENTACIÓN/ la cueva, Fernanda Meza. Editorial Anagénesis, pp. 27.
La escritura de Fernanda Meza despliega una resistencia hacia la figura humana como única portadora de experiencias; el libro es una cueva y los poemas son distintos animales, hongos y bacterias que, al salir de esta morada, se encuentran con la acción antrópica que les hace freno a sus impulsos vitales.

Marcelo Ortiz Lara
RESEÑA/ Camila Gutiérrez. Ni la música me consuela. Editorial Plaza & Janés, pp. 112.
Camila Gutiérrez ha escrito un libro prescindible y frívolo. Se agradece lo bien escrito, pero no le alcanza para ser considerado como un volumen que tenga mucho que decir por fuera de ciertos círculos donde lo normal es ir a la universidad, ganarse becas y carretear con la plata de los estudios. Para quien no comparte estos habitus, el volumen no le habla. Para quien no entiende estas subjetividades, no hay diálogo posible.

Ana Luisa Madrigal
RESEÑA/ Viviana Ponce Escudero. Yo le doy mi nombre. Valparaíso, Altazor Ediciones, 2021, pp. 146.
La escritora –Viviana Ponce–se sujeta a los moldes de la tradicional novelística epistolar romántica y escribe un texto largo que logra entretener algo más que con la sola historia, pues los lectores pueden sorprenderse y complacerse con los tipos de lenguaje (a veces como quien visita un museo, a veces como quien recuerda su propia infancia).