Medición, trabajo y digitalización: prolegómenos a un mundo logístico

La expansión de los mercados financieros, que gravita sobre el endeudamiento y la esperanza de acceder al estilo moderno de sobrevivencia (o miedo de quedar fuera), o las cuasi delirantes proyecciones de crecimiento asociadas a la extracción de recursos naturales –no menos presentes en los discursos que ensalzan la extensión en el tiempo y el espacio de dicho estilo de vida–, son otras dimensiones de ese universo capitalista de la medición. Sin embargo, tal como se dice que no se vive para trabajar sino que se trabaja para vivir, es oportuno considerar que no se vive para medir sino que se mide para vivir.

Camilo Pardow, A-tensión. Santiago, TEGE, 2020.

Jorge Budrovich-Sáez

Ante el entusiasmo “cognitivista” que ha suscitado la proliferación de tecnologías digitales a través de todas las esferas de la vida durante las últimas décadas, el ensayista francés Éric Sadin nos advierte que “si la «era del acceso» sigue existiendo y no deja de intensificarse, desde comienzos de los años 2010 se ha desarrollado otra fase en paralelo: «la era de la medición de la vida»” (2018: 37). A través de las siguientes líneas plantearé una breve reflexión a propósito del impacto de las así llamadas “nuevas tecnologías” en el mundo del trabajo, el cual, ciertamente, es el locus por excelencia de  medición de la vida. Para focalizar la reflexión y no perder de vista ese énfasis en la medición y, por ende, en el cálculo, control y valorización de la actividad de las y los trabajadores que conlleva la implementación de tecnologías digitales, referiré al caso de la logística y los transportes, el cual nos proporciona un “peculiar ángulo de análisis del capitalismo contemporáneo” (Cuppini & Frapporti 2019). Es un sector que ha dado cuenta de su relevancia durante las cuarentenas decretadas en el contexto de la pandemia de COVID 19, en tanto que el aislamiento de la población y las restricciones al comercio establecido en las ciudades afectadas, ha intensificado el uso de plataformas electrónicas y las entregas vía delivery.

El término “logística” es extraño para quienes desconocen la actualidad del comercio internacional. Es una palabra antigua: Logistikos (palabra griega) indica el arte del calculador, de lo razonable; Logisticus (palabra latina) se asocia a computar, a calcular. En su sentido moderno, viene del francés Logistique, que “refiere a la parte militar que se encarga del transporte, alojamiento y aprovisionamiento de las tropas en campaña”[1]. La logística es una ciencia y una tecnología de la administración que ha desbordado su connotación militar, incorporada al mundo de los negocios y llevada a sus límites por el desarrollo de las tecno-ciencias de la información y la comunicación. Su implementación y/o fortalecimiento en lugares como un puerto marítimo, ha transformado roles, ritmos y actividades asociadas tradicionalmente a estos enclaves productivos. 

La containerización del transporte, carga y descarga de mercancías es un momento emblemático de las transformaciones del capitalismo asociadas a la logística. El contenedor:

Es una unidad de carga estándar: sus características no se definen por el peso que puede cargar, sino por el volumen que ocupa. El criterio del “volumen” sustituye al criterio del peso. La unidad estándar puede crear múltiplos y submúltiplos, el container ISO de veinte pies puede duplicarse. El impacto de esta innovación resulta devastador para el trabajo portuario, porque el container se presta al transporte de distintas mercancías,  en especial de aquellas que requieren mayor intensidad de mano de obra de carga y descarga (Bologna 2006: 123).  

Las repercusiones de la introducción del container no solo se restringen al mundo de los transportes y los puertos, pero basta con hurgar en los procesos de racionalización impulsados en estos últimos para reconocer los trazos de su neoliberalización: privatizaciones, reformas laborales, nuevos modelos de gestión, descentralización, entre otros. Esa época en que el trabajador especializado de la industria fordista negociaba la huelga apoyándose en la calificación de su oficio, cede ante un entorno productivo fundado en procesos automatizados y vínculos flexibles, habitado por la “figura del obrero vigilante, de técnico de mantenimiento, de programador, de control de calidad, de técnico de un sector de investigación, de ingeniero encargado de la coordinación técnica y de la gestión de la producción” (Antunes 1999: 53).  Prácticamente la cuadrilla completa de trabajadores del “taller logístico” en el “nuevo mundo multifacético del trabajo” (Antunes 2005: 231).  

Brett Neilson y Ned Rossiter han acentuado los alcances de la logística introduciendo en el análisis conceptos  tales como “mundo logístico”, “ciudad logística” y “software logístico” (2014). Con estos términos los autores han indagado los modos en que el así llamado “capitalismo algorítmico” configura experiencias y condiciones laborales en escenarios señalados como puntos clave de la reestructuración logística de las nuevas rutas del comercio internacional (Rossiter 2014). En estos, infraestructuras y arquitecturas algorítmicas (dispositivos digitales interconectados, plataformas electrónicas para la regulación de faenas, automatización de maquinaria, entre otros) son elaborados no solo con el publicitado propósito de coordinar a los diferentes actores de la cadena logística y así optimizar su eficiencia y competitividad, sino también para incrementar el control y la gobernanza de los desplazamientos de las y los trabajadores que gestionan y operan día a día el almacenamiento, transporte, distribución y comercialización de mercancías.

Camilo Pardow, A-tensión. Santiago, TEGE, 2020.

Como he sugerido más arriba, la industria logística ha cobrado una insospechada visibilidad con la aplicación de cuarentenas en las ciudades más afectadas por los contagios de COVID 19, particularmente a través del comercio electrónico. Empresas como Amazon, Pedidos Ya, Uber, Cornershop, entre muchas otras también asociadas a la “economía de plataformas”, han visto crecer su popularidad, mientras que otras tantas tecnologías de gestión que operan detrás o por debajo de estas, aún siguen veladas: sistemas ERP, Business Integration, Port Community Systems, software de nómina, etc. Un porcentaje significativo de trabajadores (o “socios”) de estas empresas son objeto de regímenes laborales que precarizan sus vidas, en tanto que sus vínculos contractuales y desempeños son regulados por protocolos que les obligan a asumirse como engranajes de una dinámica eminentemente regida por el principio de competitividad. El registro electrónico de cada jornada, de cada tarea o transacción, se convertirá en el insumo clave para tomar decisiones que determinarán la optimización de futuras gestiones. Cada rastro de error, de ausencia o de inoperancia, también será un registro precioso a la hora de decidir la continuidad de un trabajador en su puesto o el trazado de nuevos perfiles a ser incorporados. Esa “gobernanza algorítmica” del trabajo es la que se expresa cuando se acusa que las decisiones dependen “del sistema”, lo cual será vivenciado por las y los trabajadores como una “dominación sin sujeto”. Pero ¿acaso no es este el modo primordial en que el capitalismo subsume a la vida humana, llevado al límite por la digitalización?

La digitalización, en tanto procedimiento de conversión de datos, puede ser entendida con mayor claridad a partir de su contraste con la conversión analógica. En esta última, se establecen patrones y proporciones que describen las cualidades físicas a ser almacenadas y trasmitidas a través de otros recursos físicos. La realidad aparece a los ojos de los espectadores capaces de ver a través de tales analogías. Las técnicas variarán según la cultura: pintura, escritura, fotografía, entre otros. La digitalización es aquel procedimiento donde las cualidades físicas son convertidas en datos almacenados como números, dispuestos a ser calculados, procesados y dispuestos a tener una salida gracias a una tecnología que complementa la electrónica con la elaboración codificada de algoritmos. Así, los medios físicos se desmaterializan ante la proliferación de redes y servidores (Lister 2003). La representación de lo que sucede en situaciones como la adquisición de bienes y servicios o en la producción y/o transporte de mercancías, se volatiliza, se hace ubicua e indiscernible para la consciencia individual (Toscano & Kinkle 2018).  

En tales circunstancias, la demanda por la democratización y el libre acceso a la información,  choca con una pregunta previa: ¿qué individuos son los que dispondrán de tal información? Según Anselm Jappe:

Es inútil seguir exigiendo “más democracia”: la democracia, entendida como igualdad y libertad formales, ya está realizada y coincide con la sociedad de los hombres sin cualidades. Al igual que las mercancías, todos los ciudadanos son medidos por el mismo rasero; son porciones cuantitativas de la misma abstracción (2009: 36).

La digitalización lleva al paroxismo la valorización de la actividad humana. Un video juego de simulación como Los Sims es la metáfora por excelencia para reconocernos en el mundo que vivimos (Johnson 2003). Por lo demás, hace ya más de medio siglo Herbert Marcuse reparaba en que:

El  mundo tiende a convertirse en la materia de la administración total, que absorbe incluso a los administradores. La tela de araña de la dominación ha llegado a ser la tela de araña de la razón misma, y esta sociedad está fatalmente enredada en ella (1968:196).

Obviamente, no solo el sector logístico nos permite apreciar la textura de ese mundo de la medición generalizada de la vida. La expansión de los mercados financieros, que gravita sobre el endeudamiento y la esperanza de acceder al estilo moderno de sobrevivencia (o miedo de quedar fuera), o las cuasi delirantes proyecciones de crecimiento asociadas a la extracción de recursos naturales –no menos presentes en los discursos que ensalzan la extensión en el tiempo y el espacio de dicho estilo de vida–, son otras dimensiones de ese universo capitalista de la medición. Tal vez las cifras son delirantes, complejas, casi inaprensibles, pero no por eso menos operativas. No se trata de sugerir que debemos oponernos a toda forma de medición, lo cual sin duda que sería un absurdo, tanto así como vivir sin estándares ni protocolos. Sin embargo, tal como se dice que no se vive para trabajar sino que se trabaja para vivir, es oportuno considerar que no se vive para medir sino que se mide para vivir.

Camilo Pardow, A-tensión. Santiago, TEGE, 2020.

Referencias bibliográficas

Antunes, R. (1999). ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. Buenos Aires: Editorial Antídoto.

Antunes, R. (2005). Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo. Buenos Aires: Ediciones Herramienta.

Bologna, S. (2006). Crisis de la clase media y posfordismo. Madrid: Akal.

Cuppini, N. & M. Frapporti (2019). The Logistics of Global Capitalism: a Dialogue with Giorgio Grappi, Brett Neilson and Ned Rossiter. http://www.intotheblackbox.com/english/the-logistics-of-global-capitalism/

Jappe, A. (2009). El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. En A. Jappe, R. Kurz & C. P. Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía, pp. 31-40. Logroño: Pepitas de Calabaza.

Johnson, S. (2003). Sistemas emergentes. O qué tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software. México: FCE.

Lister, M. et al. (2003). New media: a critical introduction. London: Routledge. 

Marcuse, H. (1968). El hombre unidimensional. Barcelona: Seix Barral. 

Neilson, B. & N.  Rossiter (2014). Logistical Worlds: territorial governance in Piraeus and the New Silk Road.  En B. Neilson & N. Rossiter (eds.), Logistical Worlds. Infrastructure, Software, Labour. n° 1, pp. 4-10 . Sydney: MPD.

Rossiter, N. (2014). Materialities of software: logistics, labour, infrastructure [extended versión].  Recuperado de: http://nedrossiter.org/?p=387   

Sadin, É. (2018). La siliconización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital. Buenos Aires: Caja Negra.

Toscano, A. & J. Kinkle (2018). Cartografías de lo absoluto. Segovia: Materia Oscura.

NOTA

[1] Dictionary Reference: “Logistics”. http://dictionary.reference.com/browse/logistics

Jorge Budrovich-Sáez. Doctor en estudios interdisciplinarios sobre pensamiento, cultura y sociedad, Universidad de Valparaíso. Licenciado y Magister en Filosofía con mención en pensamiento contemporáneo. Editor de la Revista de Humanidades de Valparaíso (UV). Ha  publicado recientemente: “De vuelta al hontanar. Algunas nociones comunes para la lectura de Defensa del Marxismo de José Carlos Mariátegui”. Cátedra Mariátegui, Lima, año X, n° 66, marzo-abril 2021; “¿Mitigar los sesgos? Una reflexión metodológica desde el estudio del proceso de modernización logística del puerto de Valparaíso”. Revista de Estudios Marítimos y Sociales, 19; “¿Quién pone los límites en el mundo logístico portuario? Revolución logística y producción de límites a través de los trabajadores portuarios de Valparaíso”. Revista Izquierdas, n° 49, 2020, entre otros.

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