Pedaleo nocturno: un tránsito desde la intimidad hacia lo horroroso

Diego Rojas crea una voz que se deja escuchar. Su narración tiene espíritu de cuenta cuento, no de los que se dedican profesionalmente a ello, más bien a quien cuenta una historia de terror cuando se va la electricidad, o el que te cuenta con entusiasmo alguna historia universitaria en el almuerzo de la pega. En ambas situaciones esos relatos refrescan y se llevan toda la atención de los presentes.

Mauricio Tapia Rojo

Diego Rojas. Pedaleo nocturno. Valparaíso, Puerto de Escape, 2022, pp. 152.

Vivimos tiempos raros. Tiempos impredecibles en donde la duda está más presente que la certidumbre. En ese contexto la relación nutricional que existe entre la literatura y la realidad se vuelve más cruda. Si la realidad es individualista, la literatura se alimenta de ese individualismo y se manifiesta en obras donde el yo y la primera persona es lo más relevante del relato. Esa realidad se rompe a inicios de estos nuevos locos años veinte, dejando el caos propio de la caída de las grandes certezas. Dentro de ese caos se han dado situaciones absurdas y horrendas, y si la realidad es horrenda y absurda, la literatura se alimenta de ese horror y de ese sinsentido que se ha dejado manifestar cómodamente en la literatura latinoamericana regalándonos historias tan siniestras como reflexivas. En ese puente entre la literatura del yo y la literatura del horror/absurdo se encuentra Pedaleo nocturno de Diego Rojas.

Si comenzamos por fuera, la disposición de los relatos en el libro da cuenta de aquello. Esta antología de cuentos parte con “Pedaleo nocturno” en donde el protagonista, un varón dolido por una ruptura amorosa, se ve enfrentado a una extraña figura que lo acosa como la culpa, y termina con el breve, pero interesante, “Chorizos asados” en el cual el autor se entrega de lleno al horror y al absurdo, dejando un gusto a poco sobre una realidad distópica.

Ahora si nos vamos al contenido de los relatos podemos identificar otro elemento propio de las realidades ensimismadas, horrorosas y absurdas: el romanticismo.

Los personajes que habitan y protagonizan la ficción de Diego Rojas son hombres solitarios, incómodos con la realidad que viven, con una sensibilidad a la cual se resisten por algún motivo. Estos hombres sufren, pero no lloran tanto, se ofenden y al parecer reciben una especie de castigo desde otros planos. Abundan en este universo los lugares deshabitados y abandonados, rodeados de narrativas pasadas. Aquí no hay ruinas de castillos o monasterios, pero sí encontramos internados, casas antiguas y salas de clases. Aquí no hay Rayos de luna o Corzas blancas, pero sí tenemos personajes femeninos que llevan al protagonista al abismo o a la locura.

Otro elemento romántico es la búsqueda por la libertad. Los protagonistas gozan de caminatas solitarias, de las noches estrelladas, del sonido del mar porteño y de la brisa que baña la cara cuando se monta sobre una bicicleta. Los espacios opresivos son generalmente el pasado, las malas decisiones, los espacios laborales y la propia mente, de los cuales los personajes logran, con mayor o menor éxito, librarse de ellos. También “Lo feo”, propio del relato romántico, se manifiesta en figuras clásicas pero efectivas. Por esta antología recorren duendes, espectros y mendigos que guardan maldiciones, quienes comparten ese rol con monstruos reales como estudiantes despiadados y militares.

Destaco en particular el cuento “Movimiento final”. Es el más extenso y también el mejor construido. Este relato se desprende un poco del yo y nos cuenta una atrapante historia de un exluchador que se enfrenta a la materialización de uno de sus grandes miedos.  El horror real de la dictadura se mezcla muy bien con un tono policial (muy Herediano)y testimonial.

Diego Rojas crea una voz que se deja escuchar. Su narración tiene espíritu de cuenta cuento, no de los que se dedican profesionalmente a ello, más bien a quien cuenta una historia de terror cuando se va la electricidad, o el que te cuenta con entusiasmo alguna historia universitaria en el almuerzo de la pega. En ambas situaciones esos relatos refrescan y se llevan toda la atención de los presentes.

Mauricio Tapia Rojo (Quilpué, 1988). Escritor, docente, editor. Licenciado en Pedagogía en Castellano por la Universidad de Playa Ancha. Ha sido finalista de los siguientes concursos de cuentos: “Luna Negra” de relatos policiales, convocado por la editorial española Lengua de Trapo (2010); y “Letras Sub 30”, auspiciado por la Fundación Cultural de Providencia, que integra Chambelán Superstar y otros cuentos (Ediciones B, 2016). Publicó los libros Semiótica de la torpeza (poesía, 2017), Zapping (cuento, 2019) y Animales muertos (cuento, Schwob Ediciones, 2022). Fue seleccionado para el fanzine Nuestro Fuego editado en Chile y Estados Unidos por Editorial Negra. A su vez, fue coeditor de Bathory Ediciones de Quilpué. Hizo parte de la antología En Verano [Muestra del novísimo relato de la región de Valparaíso]. Valparaíso, La Antorcha Magacín/Schwob Ediciones, 2022. Otras entradas de Tapia Rojo en la La Antorcha Magacín Nos 8.

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