La hegemonía norteamericana en América Latina (I): Desde el “Plan Marshall” a la intervención en Guatemala (1945-1952)

La hegemonía norteamericana en América Latina durante 1945 a 1954 está teñida por políticas anticomunistas e intervenciones encubiertas en el nombre que generaron un marcado sentimiento “antinorteamericanista” y detuvieron el avance del naciente progreso en la nación centroamericana. Todo lo anterior, con el ánimo de mantener erecta su dominación e interés en el hemisferio.

Brandom Guerin Boggle

Jacobo Arbenz dirigiéndose a los guatemaltecos tras asumir la presidencia.

Introducción

La historia de los Estados Unidos y su relación con América Latina es una donde el imperialismo florece de par en par. A lo largo de su existencia, el país noratlántico ha rebalsado sus límites geográficos, culturales, económicos y políticos, encarnando una clara lógica hegemónica través de la exportación de un modo de vida adobado como ideal. Esta táctica ha sido (y es) una constante desde que se germinó la política exterior norteamericana respecto al hemisferio.

La dominación de los Estados Unidos frente a Latino América es un tema que tiene variados textos de estudios, fuentes y material. Sin ir más lejos, nuestro análisis adopta como escritos centrales tres de ellos, elaborados por historiadores adeptos a la trama: “Estados Unidos y América Latina: Hegemonía y resistencia”, de Peter Smith; “América Latina y Estados Unidos. Una historia desde la época colonial hasta hoy”, de Stefan Rinke; y “Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Desafiando la hegemonía norteamericana”. Todos ellos, junto con los demás textos y fuentes utilizadas en este trabajo, dan cuenta de un clima de pretensiones hegemónicas imperialistas que el país del tío Sam ha mantenido con su periférico “patio trasero”.

Hemos de mencionar que este ensayo es el primero de tres que proponen examinar la historia de los Estados Unidos y su política exterior respecto con América Latina durante el periodo 1945 hasta 1990, respondiendo a cómo se llevaron a cabo sus intenciones de dominación. En ese marco, se realiza un análisis de los procesos, fenómenos, hechos y consecuencias que abarcan el tema de estudio bajo el marco temporal mencionado, iniciándose desde los gérmenes de la “Guerra Fría”, su consolidación en América Latina bajo la serie de políticas y mecanismos políticos, económicos, sociales y culturales comandados desde el país norteamericano, hasta su fin en 1989, marcado por la hegemonía mundial de Estados Unidos y el inicio de la globalización. Para esta parte, se centrará el estudio en el lapso 1945- 1954, época marcada por la contención al comunismo y su materialización más notable a través de la intervención golpista al gobierno reformista de Jacobo Arbenz en Guatemala.

El factor Estados Unidos en la política de contención al comunismo en América Latina, (1945-1950)

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el orbe presentó una división ideológico-política que marcó la historia del siglo XX. Por un lado, se encontraban los países de Europa del Este, despojados del nazismo y adheridos al bloque conformado por la Unión Soviética; por otro, estaban aquellos estados occidentales, europeos y americanos, cuya cercanía hacia el modelo capitalista les vinculaba de buena medida con los Estados Unidos[1]. Esta formación geopolítica, clave en todo el periodo, es particular de llamada “Guerra Fría”.

Bajo ese clima bipolar, Estados Unidos financió una campaña de reconstrucción de la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, conocida como “Plan Marshall”. La inyección de recursos solo tomó en consideración al Primer Mundo, debido a su cercanía geográfica con la Unión Soviética, Estado socialista cuya expansión asustó en buena medida al mundo noratlántico capitalista[2]. Es así como, a través de la Doctrina Truman, los norteamericanos emplearon una campaña de contención al comunismo en todo su entorno manejable[3].

En el escenario latinoamericano, la política de contención emitida por el presidente Harry S. Truman ayudó a consolidar aún más la hegemonía del país del norte por sobre su “patio trasero”[4]. En primer lugar, en materia defensiva, se firmó, en 1947, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), en la ciudad de Río de Janeiro, que pactaba el apoyo mutuo entre estados americanos y la ayuda estratégica de EE. UU. ante una situación de ataque. En segundo lugar, un año después, se creó la Organización de Estados Americanos (OEA), entidad con sede en el estado norteamericano de Columbia, encargada de encontrar el diálogo y la resolución de conflictos entre los países del hemisferio, junto con promover la democracia y los derechos humanos, cuestión petrificada bajo el Pacto de Bogotá, de ese mismo año. La creación de este tipo de organizaciones y acuerdos es un reflejo diplomático de la actitud más represiva y dura que emplea los Estados Unidos durante la década de 1940-1950[5].

En materia más aguda, una de las políticas más agresivas en cuanto impedimento del marxismo fue la motivación a la proscripción de partidos comunistas en el hemisferio, tal como ocurrió en Chile durante 1948 hasta 1958, a través de la llamada “Ley Maldita”[6]. De igual manera, se enriqueció el apoyo a gobiernos dictatoriales, como el de Batista en Cuba, o el de Pérez Jiménez en Venezuela, sin importar la atención pronunciada en la OEA a los derechos humanos. Por último, los Estados Unidos recurrieron a la oposición, infiltración e intervención, con apoyo en algunos casos de otros países latinoamericanos, de los regímenes progresistas que atentaron contra sus intereses, como vendría a ser el caso de Guatemala, que se abordará más adelante, o Chile, ya bajo el marco de la denominada “Operación Cóndor”[7].

Como se puede apreciar, la política norteamericana tiene como eje motriz, durante los años 1940-1950, la contención del comunismo en América Latina, en clave con el contexto de Guerra Fría en el que se encuentra sumido el mundo, pero que además demuestra las intenciones de mantener su dominio en el hemisferio. En materia cultural, los Estados Unidos, en un intento de aportar una imagen ad hoc del estilo de vida capitalista, empeñó sus esfuerzos en una gran propaganda sobre su cultura capitalista, bajo el eslogan de “American Life”. Es así como se potencia el rock, bajo la figura de Elvis Presley, el jazz, la lógica del consumo, la moda norteamericana y el cine de Hollywood, bajo la atenta mirada censuradora del macartismo, política interna norteamericana de espionaje y control cultural y artístico a modo de evitar estándares comunistas[8].

La emergencia del cepalismo y el problema con Árbenz

La sociedad latinoamericana recibía las estrategias de contención y hegemonía norteamericanas con un marcado resentimiento hacia el país noratlántico. Las constantes crisis económicas que produjo el modelo mono-exportador de materias primas, cuyo control productivo, oferta y demanda se regulaban desde las metrópolis explotadoras, afectaron notablemente a la región. Es en ese contexto de pobreza y malos resultados económicos que la Organización de Naciones Unidas, recientemente creada, elaboró la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), dedicada a estudiar el problema del continente, a cargo del economista Raúl Prébisch[9].

A partir de dicha medida se fomentó la creación de industrias destinadas al trabajo de los productos primarios y, más adelante, a la elaboración de bienes de capital o maquinarias, a modo de sustituir las importaciones. De igual manera, se generó la formación de mercados comunes que protegiesen a la región de las oscilaciones del mercado internacional. Todo ello pareció ser la solución más adecuada dentro del paisaje en el que se vivía, y una formula eficaz para el desarrollo continental. Sin embargo, la carencia de capitales nacionales para la realización del modelo hizo recurrir a la formulación de préstamos, los cuales eran articulados mediante créditos para la obtención de productos fabricados en países desarrollados, en vez de una ayuda efectiva a los países[10].

En añadidura al resentimiento latinoamericano hacia los Estados Unidos, la intervención norteamericana en Guatemala en 1954 es considerada un hecho fundamental, arquetipo de un modus sobre cómo evitar la pérdida de sus intereses en el continente. Tras la salida del dictador Jorge Ubico en el país centroamericano, en 1945, llega al poder Juan José Arévalo (1945-1950), progresista y reformador en materia social, aunque mesurado en sus políticas en ese sentido. Es bajo la presidencia de Jacobo Árbenz (1950-1954), donde se llevan a cabo programas efectivos de reformas sociales, políticas y económicas que tuvieron su cúspide en la promulgación de una reforma agraria (ley 900)[11]. La medida no contentó mucho a United Fruit Company, empresa norteamericana explotadora de bananos y café en el país -propietaria incluso de una buena parte del territorio- y en toda Centroamérica, la cual se inmiscuye en materia política para hacer caer al gobierno progresista por sus intentos de repartir la tierra[12].

En todo esto toma relevancia el gobierno de Dwight Eisenhower, presidente norteamericano del momento. Su gobierno enfatizó el programa de impedimento a la injerencia externa comunista dentro del hemisferio occidental promovido por su antecesor. Lo anterior queda demostrado mediante la resolución 91 del Senado de los EE.UU., la que indica que:

“Considerando que en el pasado reciente han salido a la luz fuertes evidencias de la intervención del movimiento comunista internacional en el Estado de Guatemala, mediante la cual las instituciones gubernamentales han sido infiltradas por agentes comunistas, armas de guerra han sido enviadas secretamente a ese país, y el patrón de conquista comunista se ha hecho manifiesto […]

Por tanto

Resuelto por el Senado (con la concurrencia de los Representantes), que el sentido del Congreso es que los Estados Unidos deben reafirmar su apoyo a la Declaración de Solidaridad de Caracas del 28 de marzo de 1954, que tiene por objeto prevenir la interferencia del movimiento comunista internacional en los asuntos del Hemisferio Occidental, y tomar todas las medidas necesarias y apropiadas para apoyar a la Organización de los Estados Americanos en la adopción de medidas apropiadas para prevenir cualquier interferencia del movimiento comunista internacional en los asuntos de los Estados del Hemisferio Occidental”[13].

La cita anterior, además de dar los motivos justificadores para una infiltración en el país centroamericano, demuestra el modus operandi del país noratlántico a la hora de defender su hegemonía sobre la región bajo la amenaza de intromisión comunista. Lo versado adquiere un matiz más dramático al evidenciarse, según Fontana, que, durante el gobierno de Árbenz, la influencia comunista en la cámara de diputados del parlamento guatemalteco era de 4 miembros por sobre 61 del total[14]. Es decir, que la política norteamericana de contención tuvo un sustento anticomunista, pero que muchas veces en la práctica manifestaba intenciones de defensa a los intereses privados norteamericanos.

Bajo un plan de intervención denominado “éxito”, se organizó un Golpe de Estado en el país, el cual queda a cargo del general Carlos Castillo Armas, todo ello dirigido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en complicidad con la empresa bananera, la Corporación Internacional de Teléfonos y Telégrafos (ITT), y la Iglesia Católica guatemalteca, contrarias todas al reformismo de Árbenz. La operación corona en 1954, en donde el progresista se ve obligado a renunciar[15]. Este modo de actuar, que refleja la consolidación, sin importar las consecuencias, de la hegemonía y los intereses norteamericanos en América Latina y la política antirreformista que lleva a cabo, se replicará, como ya hemos mencionado, en varios países de América Latina, pero sobre todo en Chile en 1973.

En definitiva, la hegemonía norteamericana en América Latina durante 1945 a 1954 está teñida por políticas anticomunistas e intervenciones encubiertas en el nombre de lo anterior que generaron un marcado sentimiento “antinorteamericanista” y detuvieron el avance del naciente progreso en una nación centroamericana. Todo lo anterior, con el ánimo de mantener erecta su dominación e interés en el hemisferio.

Notas

[1] Josep Fontana, Por el bien del Imperio, (Barcelona: Pasado y Presente, 2011).

[2] Stefan Rinke, ““Centro” y “periferia” en la en la Guerra Fría, 1945-1970”, América Latina y Estados Unidos. Una historia desde la época colonial hasta hoy, (México D.F.: Marcial Pons, 2015), 169-189.

[3] Josep Fontana, Por el bien… op. cit.

[4] Peter Smith, Estados Unidos y América Latina: Hegemonía y resistencia, (Valencia: La nau solidària- PUV, 2010).

[5] Stefan Rinke, ““Centro y “perife… op. cit.

[6] Peter Smith, Estados Unidos… op.cit.

[7] Marcienne Rocard e Isabelle Vagnoux, Les Etats-Unis et L’ Amerique latine, (Nancy: Presses Universitaires de Nancy, 1994).

[8] Stefan Rinke, ““Centro” y “perife… op.cit.

[9] Stefan Rinke, ““Centro y “perife… op. cit.

[10] Jacqueline Covo, América Latina, (Madrid: Acento Editorial, 1996), 38-40.

[11] Waldo Ansaldi y Verónica Giordano, “El orden en sociedades de dominación oligárquica”, América Latina. La construcción del orden. De la colonia a la disolución de la dominación oligárquica, (Buenos Aires: Ariel, 2012), 642-663.

[12] Peter Smith, Estados Unidos… op.cit.

[13] Department of State of the United States, Intervention of International Comunism in Guatemala, (Washington: Department of State, 1954), 24. Traducción personal del Dr. Itamar Olivares.

[14] Josep Fontana, Por el bien… op.cit.

[15] Waldo Ansaldi y Verónica Giordano, “El orden… op.cit.

Brandom Guerin Boggle (Valparaíso, 2002) Finaliza en la actualidad la Licenciatura en Historia y Patrimonio por la Universidad de Valparaíso. Sus áreas de investigación están vinculadas a la Historia americana del siglo XIX y XX, poniendo énfasis en líneas como el pensamiento latinoamericano y la modernidad/colonialidad. Ha publicado: "Modernidad/reivindicación en Facundo, Bases, Iniciativa de la América y Nuestra América. Una mirada desde el globocentrismo y la colonialidad (Latinoamérica, siglo XIX)" (2024) y reseñas ligadas a la historiografía chilena y las políticas culturales en la Dictadura Cívico-Militar chilena.

Respuestas

  1. Avatar de La hegemonía norteamericana en América Latina (II): La “conciencia” norteamericana, la Revolución de Fidel y la Alianza para el Progreso (1958-1965) – La Antorcha Magacín

    […] Brandom Guerin Boggle (Valparaíso, 2002). Finaliza en la actualidad la Licenciatura en Historia y Patrimonio en la Universidad de Valparaíso. Sus áreas de investigación están vinculadas a la Historia americana del siglo XIX y XX, poniendo énfasis en líneas como el pensamiento latinoamericano y la modernidad/colonialidad. Ha publicado: "Modernidad/reivindicación en Facundo, Bases, Iniciativa de la América y Nuestra América. Una mirada desde el globocentrismo y la colonialidad (Latinoamérica, siglo XIX)" (2024) y reseñas ligadas a la historiografía chilena y las políticas culturales en la Dictadura Civil-Militar chilena. Otro artículo de Guerin Boggle en La Antorcha Magacín n° 19. […]

    Me gusta

Replica a La hegemonía norteamericana en América Latina (II): La “conciencia” norteamericana, la Revolución de Fidel y la Alianza para el Progreso (1958-1965) – La Antorcha Magacín Cancelar la respuesta