
Hay que destacar que tanto el poema de Cid como la edición, la concebimos como un acto de homenaje; un debido duelo póstumo, una ofrenda floral lanzada al río para el viaje mortal y silente que detuvo la aciaga vida de estos niños del Mapocho hace más de medio siglo atrás. De tal manera, hoy el libro es un bellísimo obsequio; una cuidadísima edición con ribetes artesanales que incluye ilustraciones en base a los grabados realizados por el artista Chano Libos y creados especialmente para la edición.
Juan Manuel Mancilla
Teófilo Cid. Niños en el río. Valparaíso, Inubicalistas & Caxicondor, 2022, pp. 33.
Señala Claudio Guerrero en el prefacio de la obra que a propósito de una investigación sobre poesía y niñez en Chile, se encontró en los archivos de la Biblioteca Nacional de Santiago con una pequeña obra de tan sólo catorce páginas. El texto era Niños en el río (1955), cuya autoría pertenece al eximente poeta surrealista de La Mandrágora, Teófilo Cid (1914-1964). En efecto, el poema fue gatillado por un acontecimiento insoportablemente trágico: “aquella noche del riguroso invierno de 1953, habían muerto ateridos por el frío, varios niños, de esos que la sociedad, con inmenso egoísmo, mantiene aún bajo los puentes del Mapocho (13)”. La nefasta “noticia no apareció en la prensa”, como el mismo poeta denuncia ya desde la primera línea (Cid 13).
El poema y su conmoción poética se manifiesta ante la muerte de un grupo de niños huérfanos a las orillas del Mapocho, una gélida noche bajo los antárticos inviernos chilenos de antaño. Pensamos, se trata ante todo de una declaración ante el horror, donde se destaca la crueldad del acontecimiento y se denuncia oblicuamente la frialdad de los poderes, el pragmatismo político y la activa e indo(so)lente complicidad de la prensa epocal, ante tamaño acontecimiento que bien podría calificar como crimen de lesa humanidad, pues, inhumano es permitir que niños y niños mueran sumidos en el abandono, la postergación, la invisibilización y la desgracia (ajena) programada. Tal como agrega Guerrero: “Teófilo Cid se empeña en este poema por darle cobijo a estos niños sin morada, sin padre ni madre, sin institucionalidad que los ampare” (7).
Aquí la poesía, y el arte humano, se activa como una potencia atemporal que tiene la capacidad (ética y estética) de reparación compensatoria, cuyos efectos retornan y reaparecen medio siglo más tarde en la realidad que nos circunda. A la vez, abre y abole la presumida rigidez del decurso histórico logrando retro/traer un hecho que en el presente no es ajeno, y que lamentablemente, sino es el puente o el frío (que lo es), son los hogares/celdas creadas por la institucionalidad actual para “albergar” la desidia sobre los así llamados, desposeídos.
De tal manera, nuevamente la vanguardia poética de Cid resplandece como un relámpago que ilumina la penumbra de estos tiempos. Y el poema repercute como trueno en la noche catastrófica del presente. Poesía auténticamente comprometida con la prevalencia de la justicia, trabajando socialmente con el arte como arma cargada de presente.
Así el poema de Cid nos lleva a la contemplación del abismo, no solo nos interpela, sino que nos enfrenta directamente con el estremecimiento ante la muerte y el dolor. La pregunta que abre, entre otros efectos, podría enunciarse así: ¿Qué tipo de ser humano es aquel al cual no le ocurre nada ante tal experiencia? ¿Qué respuesta daría una inteligencia artificial al ser interrogada sobre tal acontecimiento? ¿Acaso, un informe objetivo de los hechos acontecidos es la respuesta que conforma? Nuestra opinión es radicalmente negativa: si no hay conmoción estamos frente a una inminente desaparición. El poema entonces está ahí para continuar interrogándonos rigurosa y dulcemente:
Yo os pido por eso
Que no vengáis con lágrimas tardías
A llorar su silencio
Y a intentar que de nuevo
La luna en sus ojos resplandezca
Y el perfume en sus sentidos
Y el ensueño entre sus labios.
No vengáis con vuestras ánforas ¡oh madres!
A ungir de aceite su madura rigidez.
Estarán unidos por la brisa que llenó de hojas sus almas
Y de otoño virginal los fríos cuerpos.
Están unidos y vuestras lágrimas podrían separarlos.
Bajo los puentes
Donde el río parte en dos el egoísmo,
Donde lucen las parejas su privada primavera
Y el policía hace el amor a la más dulce
De las doncellas de servicio;
Junto al parque
Que en invierno llora solo por toda la ciudad…
Allí,
Bajo los puentes,
Allí quedaron
Con un nudo interrogante entre los labios.
Hay que destacar que tanto el poema de Cid como la edición, la concebimos como un acto de homenaje; un debido duelo póstumo, una ofrenda floral lanzada al río para el viaje mortal y silente que detuvo la aciaga vida de estos niños del Mapocho hace más de medio siglo atrás. De tal manera, hoy el libro es un bellísimo obsequio; una cuidadísima edición con ribetes artesanales que incluye ilustraciones en base a los grabados realizados por el artista Chano Libos y creados especialmente para la edición. Además, se suma a la nota introductoria de Guerrero, una especie de postfacio a cargo de Claudio Maldonado, la cual agrega antecedentes relevantes que en definitiva conforman una de las obras publicadas más estremecedores de los últimos años, en un contexto tan significativo y publicitado de grandilocuentes relatos sobre los cincuenta años de la otra catástrofe chilena, y donde, nuevamente, los infantes han sido olvidados, pues aquí, con la publicación de Niños en el río, se confirma que el gesto modesto de la poesía, que no le interesa mover montañas, sino conmover corazones, que es al fin, lo que nos mueve a ser humanos.

Juan Manuel Mancilla. Poeta, músico.Doctorado Literatura Universidad Católica de Valparaíso (Becario Agencia Nacional de Investigación-Chile 2019-2023). Diplomado Literatura Comparada (Universidad Adolfo Ibáñez, 2015). Magister en Literatura Chilena (Universidad de La Serena, 2010). Licenciatura en Castellano y Filosofía (Universidad de La Serena, 2003). Su área de estudio es la poesía y narrativa chilena contemporánea desde perspectivas ligadas a los estudios comparados, visuales y culturales. Imparte cursos de Literatura de la Universidad Adolfo Ibáñez y la Universidad Católica de Valparaíso. Ha publicado una trilogía poética integrada por los libros: Arca (2014), Baúl (2015) y Testamento (2017). Su último libro de poesía es Estrella náufraga (2022). Ha sido beneficiado por el Ministerio de la Cultura y las Artes (Chile) para presentar su trabajo académico y artístico en instancias nacionales e internacionales. En 2022, Mancilla realizó una residencia en la Universidad de Oslo como investigador invitado para finalizar su tesis doctoral sobre la obra poética de Roberto Bolaño. Lee su crónica sobre Oslo en nuestra revista # 10.

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