Cerro Cordillera de Valparaíso en Dictadura. Acercamiento a un relato colectivo

Delegación Club Deportivo Juventud Bolívar. Sin Fecha. Fuente: Cerro Cordillera del Ayer Fotográfico.

La cultura organizacional comunitaria posee características que pueden ser extrapoladas a otras comunidades barriales o cerros de Valparaíso: un republicanismo cívico de los habitantes de dichas comunidades; una solidaridad de clase; una notable autogestión de las organizaciones sociales; una apropiación del espacio urbano; y por último una articulación religiosa tanto católica o evangélica.

Aníbal Riquelme Contreras

A la comunidad de Cerro Cordillera le llevó tiempo recuperarse de la crisis económica de 1929, fue sólo en la década del ’40 del siglo XX cuando el tejido social comenzó a reestructurarse de mano de la fundación de clubes deportivos de barrios, entidades que serían los pilares de sociabilización comunitaria en el periodo 1940-1973. A través de los clubes de barrio la comunidad cordillera se organizará nuevamente con gran vigor, la actividad deportiva sería la excusa o mejor dicho el motor que guiaría a los habitantes de Cordillera para darse una segunda oleada de organización y autogestión después de la que existió entre 1900 y 1930[1].

Los principales clubes deportivos de Cerro Cordillera para el periodo 1940-1973 son:

Club deportivo Unión Relámpago, fundado en 1943.

Club deportivo San Gerardo, fundado el 16 de octubre de 1945

Club deportivo Juventud Bolívar, fundado el 10 de noviembre de 1947

Club deportivo Meteoro, fundado 18 de septiembre de 1950

Club deportivo Juventud Cordillera, fundado el 6 de enero de 1951

Club deportivo Hyatt, fundado en 1951.

Club deportivo Lautaro, fundado el 30 de noviembre de 1952

Club deportivo juventud Avance, fundado el 11 de marzo de 1961

Club deportivo Unión Chaparro, fundado en 1944

Club deportivo Chacarita Junior

Club deportivo Edwards

El periodo 1940-1973 coincide con un relativo bienestar económico de la actividad portuaria, antes de la aparición de los contenedores para el embarque de mercancías y la “modernización” de las relaciones laborales[2]. Es el periodo del medio pollo, del cuarto de pollo. Donde los trabajadores portuarios podían darse el gusto de enviar a otro trabajador a cumplir con sus labores. La bohemia vivía su periodo más feliz. La abundancia económica revitalizaba a la ciudad y a sus habitantes, al respecto el profesor Pablo Aravena señala:

“La bohemia porteña requería como “infraestructura” del sistema de trabajo portuario, de la abundancia económica asociada a éste, de una cultura que entendía el tiempo libre como el copamiento de los espacios públicos y de una permanencia de los sujetos de experiencia en ciertos espacios, lo que constituía el “lugar” como categoría antropológica.”[3]

En lo alto de cerro Cordillera, sus clubes deportivos a parte de la actividad deportiva propiamente tal, exacerbada en el caso de Cordillera con la inauguración del Auditorio Alfredo Guillermo Bravo en septiembre de 1952, aunque en uso desde antes, también organizaban festividades, bailes periódicos, concursos de Reina de la Primavera, actividades pro-fondos para el auxilio de algún vecino, entre otras. Todo esto contribuía a la cohesión y organización comunitaria. La Asociación de fútbol Alfredo Guillermo Bravo que reunía a la mayoría de los clubes de futbol amateur del cerro fue fundada el 18 de septiembre de 1963.

Carro alegórico del Club Deportivo Meteoro, 1952. Fuente: Familia Riquelme Contreras.

Si bien la actividad comunitaria giró en torno a los clubes deportivos de barrio, la comunidad también se organizaba por otros canales, como las organizaciones eclesiásticas al arrimo de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro bajo la tutela de los padres redentoristas, en palabras del fallecido sacerdote Luis Duarte “la parroquia era la casa del pueblo”, en sus salones se reunían Juntas de Vecinos hasta Centros de Madres. Sin perjuicios de las agrupaciones propiamente pastorales como las Hermanas de la Suplica, Movimiento de Acción Católica Revolucionario[4], la Catequesis, etc. Existían espacios de participación y esparcimiento que congregaban a los feligreses como galas artísticas que se desarrollaban en el salón parroquial. Otros grupos de carácter más laico como el grupo juvenil Scorpions también eran parte de la vibrante organización comunitaria de aquellos años. También es en este periodo cuando la Iglesia Evangélica comienza a expandirse y crecer en feligresía en nuestro país, siendo Valparaíso ejemplo vivo de aquello.

Actividad artística realizada en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los participantes se encuentra Luís Orellana, quien aparece con un violín. 15 de diciembre de 1943. Fuente: Cerro Cordillera del Ayer Fotográfico.

También para la primera parte del periodo 1940-1973 tenemos testimonios de actividad político partidista en cerro Cordillera, se trata de actividad del Partido Comunista, que realizaba acción de proselitismo dirigidos especialmente a la juventud cordillerana. El señor Medalla y el vecino conocido como “el guata de bombo” organizaban exhibiciones masivas de películas en el frontis de la Población Obrera La Unión, además de onces donde se daba chocolate caliente a los jóvenes simpatizantes en calle Cañería.[5]

Por último, tenemos la actividad mutual heredada del primer periodo de organización comunitaria (1900-1930), la Sociedad Protectora de Obreros de Cerro Cordillera y el Centro Cordillera de Socorros Mutuos de la Unión Nacional. Organizaciones que siguieron en funcionamiento activo durante el segundo periodo de organización comunitario que vivió el cerro[6].

Toda esta cultura organizacional comunitaria posee características que pueden ser extrapoladas a otras comunidades barriales o cerros de Valparaíso: un republicanismo cívico de los habitantes de dichas comunidades; una solidaridad de clase; una notable autogestión de las organizaciones sociales; una apropiación del espacio urbano; y por último una articulación religiosa tanto católica o evangélica.

La interrelación, la pertenencia y el imaginario común, sumado al espacio geográfico y su infraestructura hacen que estemos frente a unos habitantes organizados, cohesionados y participativos en términos comunitarios. Situación que cambiará drásticamente a partir de septiembre de 1973, cuando se produzca el golpe cívico-militar que derrocó al presidente Salvador Allende.

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Fue en la mañana de ese martes 11 de septiembre de 1973, cuando los habitantes que se dirigían al plan desde el cerro se vieron coartados de su libre movilidad por patrullas de marinos a pie de cerro que les impelieron volver a sus hogares. Se trataba de un golpe militar al gobierno de la Unidad Popular encabezado por el compañero presidente Salvador Allende Gossens.

La flota naval, se podía apreciar desde los altos del cerro, estaba en formación para bombardear la defensa supuesta de los marxistas pro-gobierno. La represión no se tardó en hacerse presente, patrullas de militares vigilaban a los habitantes del cerro. El vecino Christian Leiva Parra, nos cuenta que en calle Jiménez abrió fuego una patrulla contra su madre, su hermano menor y él, cuando regresaban de visitar familiares y fueron alcanzados por el toque de queda[7]. También se abrió fuego contra un vecino de calle Meteoro que tenía el baño en el patio de su propiedad, cuando este en ropa interior fue al mismo en horas de toque de queda[8]. Estos son sólo un par de ejemplo, las desapariciones de vecinos no fue algo excepcional, y como en el resto del país, la represión se hizo sentir en los primeros años de la dictadura. Varios dirigentes del grupo scouts de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fueron detenidos, sabemos con certeza que la familia cordillerana Muñoz fue victima de la detención de su padre y sus cuatro hijos, incluso el menor tenía solamente 15 años de edad a la fecha, por el hecho de ser socialistas, otro cordillerano conspicuo que fue detenido y fusilado en Pisagua fue José Cordova Croxato, militante del MAPU, quien a mediados de los años sesenta fue presidente de la comunidad cristiana de la parroquia cordillerana[9] y al momento del golpe se desempeñaba como administrador del puerto de Iquique en el norte de nuestro país. Incluso sacerdotes de la Parroquia fueron vigilados en sus actos y actividades por el régimen[10].

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Las actividades deportivas (entiéndase futbol amateur) prontamente fueron retomadas por los habitantes del cerro Cordillera, pero la vitalidad que poseía antes de septiembre de 1973 nunca fue alcanzada, se realizaron intentos por retomar las fiestas comunitarias de los clubes deportivos, pero sin el éxito de antaño.

Muchos de los trabajadores desempleados debido a las paupérrimas condiciones económicas encontraron un exiguo rescate en los trabajos del PEM (Programa de Empleo Mínimo) y el POJH (Programa de Ocupación para Jefes de Hogar), programas de empleos paliativos a la alta tasa de desempleo que aquejaba al país, creados en 1974 y 1982 respectivamente.

La Iglesia católica hizo entrega a mediados de los ochenta de mediaguas a familias del cerro Cordillera necesitadas de soluciones habitacionales, a cambio de un pago moderado en cuotas. Esta ayuda provenía, según los mismos vecinos beneficiados, de la Iglesia Católica Alemana y favoreció alrededor de 40 familias cordilleranas que debían contar sólo con un terreno para construir la precaria vivienda.

También la ayuda alimentaria era importante, porotos, garbanzos y lentejas eran entregadas en la parroquia a familia de escasos recursos. En estas ayudas figuraba el logo de Caritas Chile. La ayuda fue fundamental en tiempos de precariedad económica[11].

Otro ámbito de participación de la Iglesia en cerro Cordillera, fue el espacio de participación que abrió bajo su alero, los jóvenes de la época encontraron en los salones parroquiales refugio y remanso del convulsionado mundo que se vivía en las calles. La pastoral juvenil organizaba peñas periódicas hacia la mitad de la década de los ‘80s, donde los jóvenes mostraban a la comunidad sus talentos musicales y artísticos, paseos y campamentos a la localidad de yeco, donde la Iglesia poseía terrenos, además de actividades propias de la actividad parroquial como coro, catequesis, confirmación, etc. La Parroquia se convirtió en el espacio donde los jóvenes se organizaban y expresaban abiertamente sin miedo. Destacando la creación de un taller de teatro llamado “Proyección” que monto la ópera rock Jesucristo Super Star, con presentaciones en diferentes lugares de la quinta región. También presentaron la obra de John Milton, El Paraíso Perdido.

Opera Rock Jesucristo Super Star, presentada por teatro Proyección, mediados de los años 80. Fuente: Familia Riquelme Contreras.

Incluso a finales de los ochenta bajo el rotulo de cursos de Cristología, se enseñaba teoría política a los adultos que aún temerosos se animaban a participar en ellos. Una treintena de vecinos fueron parte de estos cursos, en su mayoría mujeres dueñas de casa, recuerda la vecina Angela Contreras Pérez.

También es digno de mencionar el exilio económico de centenares de cordilleranos en los años 80, cuyo destino era por lo general Suecia, Canadá y posteriormente Australia. Son la generación “pateando piedras” con relación a la canción del grupo Los Prisioneros. Jóvenes sin expectativas laborales en medio de una creciente pauperización de la economía chilena. Demás esta decir que dichos jóvenes una vez consolidados en tierras extranjeras, cooperaron en su mayoría con la economía de las familias cordilleranas de la época. Este proceso de migración merece un estudio más concienzudo, análisis necesario para sopesar su importancia económica social en la comunidad cordillerana.

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Ya a partir de las primeras protestas contra la Dictadura durante los años 80, jóvenes se organizaban para hacerse presente haciendo barricadas con neumáticos, yo mismo fui testigo habitual de las barricadas que se realizaban en Camino Cintura frente a la parroquia esquina Santa Julia, lugar escogido estratégicamente por los jóvenes para poder huir cuesta cerro abajo en caso de que llegaran las fuerzas policiales de carabineros, lo que era habitual.

Este ánimo combativo se verá reflejado a nivel nacional con el atentado al tirano en 1986 y posterior freno con el plebiscito de 1988. La victoria del NO traerá nuevos aires a la organización comunitaria de nuestro cerro de la mano de la activa dirigente social Patricia Castillo Iribarren.

Notas

[1] Aníbal Riquelme Contreras, Orígenes de una comunidad. El Cerro Cordillera de Valparaíso a inicios del siglo XX, ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2022, pág. 89.

[2] “El conjunto de leyes dictadas entre 1973 y 1981 institucionalizaron un nuevo esquema laboral que permitió flexibilizar contratos y sueldos, más aún, liberó a los empleadores del pago de los beneficios sociales con que habían contado los trabajadores por muchos años. El costo social en esta primera fase se hace evidente. Ya antes de la aplicación de las leyes, en 1975, se redujo en un 15% la mano de obra portuaria. Las causas fueron desde la reducción de personal hasta despidos por causas políticas. Pero no fue hasta 1981 cuando se produjo una reducción ostensible de la mano de obra portuaria a nivel nacional, siendo el puerto de Valparaíso el más perjudicado: de 1400 trabajadores 700 fueron despedidos.8 (Y de un total de beneficios sociales que incrementaban los sueldos de los trabajadores en un 46%, hoy sólo un pequeño porcentaje de los trabajadores con contrato permanente tiene beneficios adicionales que no superan el 16%). A pesar de que un porcentaje de los trabajadores fueron incorporados a un programa de jubilaciones anticipadas y otro tanto fue incorporado por las nuevas empresas portuarias privadas, la capacidad de absorción del sector privado no cumplió con las expectativas de bajar el porcentaje de desempleo, manteniéndose la precariedad debido al surgimiento de trabajadores subempleados o eventuales”. Pablo Aravena Núñez, La destrucción de Valparaíso, ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2020, pág. 133.

[3] Pablo Aravena Nuñez, La destrucción de Valparaíso, ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2020, pág. 126.

[4] Memoria del siglo XXI. Entrevista con Luis Anselmo Duarte Duarte, 23 de octubre de 2008. Registro audiovisual disponible en https://www.memoriasdelsigloxx.cl/601/w3-article-99636.html

[5] Testimonio de la vecina Angela Contreras Pérez, nacida en 1940.

[6] Aníbal Riquelme Contreras, Orígenes de una Comunidad. El cerro Cordillera de Valparaíso a inicios del siglo XX. Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2022, p. 89.

[7] Testimonio del vecino cordillerano Christian Leiva Parra, nacido en 1967.

[8] Testimonio de la vecina Ángela Contreras Pérez, nacida en 1940.

[9] Memoria del siglo XXI. Entrevista con Luis Anselmo Duarte Duarte, 23 de octubre de 2008. Registro audiovisual disponible en https://www.memoriasdelsigloxx.cl/601/w3-article-99636.html

[10] Ibídem.

[11] Testimonio de la vecina Ángela Contreras Pérez, nacida en 1940.

Aníbal Riquelme Contreras (Valparaíso, 1975). Docente, investigador, cronista. Licenciado en Educación e Historia por la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso, Magíster en Estudios Históricos con mención en Cultura y Sociedad en Chile y América Latina por la Universidad de Valparaíso. Es editor de la página Cerro Cordillera del Ayer Fotográfico. Publicó el libro Orígenes de una comunidad. El cerro Cordillera de Valparaíso a inicios del siglo XX. Valparaíso, Ediciones Inubicalistas, 2022.

Respuestas

  1. Avatar de René Manuel López Mateos

    Mi suegro, que vivió en calle Eyzaguirre, cerca de la Escuela 13, era de izquierda. Taxista de la Plaza Victoria, felizmente fue salvado, de ser enviado a un campo de prisioneros, cuando un oficial a cargo, lo reconoció, como el ser Amigable, afable y servicial, que siempre lo acarreaba, a la salida del Club Naval, de la Plaza Victoria. De no haber Sido así, lo habrían enviado a la Isla Quiriquina en la bahía de Talcahuano.

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  2. Avatar de Sergio Meza Ramirez

    Que hermoso recuerdo y gran relato de mi cerro que me emotions GRACIAS.

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