Las huacas son parte fundamental de la cosmovisión andina. Los relatos en torno al mundo andino ya sean mitos, leyendas o crónicas destacaban a las huacas como protagonistas de momentos especiales o conflictos. Momentos especiales como la creación de templos como Pachacamac. Conflictos como la persecución por parte de los españoles a los hechiceros (especialistas rituales andinos) bajo la excusa de representar un gran problema en el proceso de evangelización, y amenazaban con sus poderes la seguridad de los españoles.

Mauricio Tapia Rojo
La familia de mi abuelo es del norte. Él siempre nos habló de una infancia entre montañas y piedras. Junto a su mamá (mi bisabuela) y sus hermanos llegaron a Quilpué en a finales de los años sesenta. Alcancé a conocerla. Alcancé a visitar su casa: una casita en la punta de un cerro en el que ahora pasa una carretera. La conocían como la abuelita de las cabras. Criaba animales y trabajaba la tierra. Recuerdo nítidamente sus dos trenzas blancas, su piel morena, gruesa, arrugada, y el sonido que hacía cuando tomaba su “mate leche”. Recuerdo que golpeaba fuerte la puerta de la casa con su bastón a las siete de la mañana, un domingo, con queso de cabra, sin avisar. Pasaron años de su fallecimiento cuando mi mamá me cuenta que la abuelita pertenecía al pueblo diaguita. Esa nueva información agregó una nueva dimensión a las historias de mi tata. Cuando le conté que estaba cursando un diplomado y que estábamos viendo a los pueblos andinos, él me contó sobre uno de sus hermanos. Me contó que mi tío abuelo le bailó por muchos años a la “Virgen de la piedra”. Me contó que cuando pequeño se intoxicó por comer “chicharrones fríos”. Me contó que la fiebre lo no lo dejaba dormir. Mi bisabuela, Nemesia Álvarez Álvarez, corrió donde una “machi” (así la nombró mi abuelo) y sólo con mirar al niño supo lo que tenía. La “machi” curó a mi tío y mi abuelita Nemesia lo encomendó a la “Virgen de la piedra” en agradecimiento. Primero ella cumplió su manda visitando el “santuario” y cuando mi tío ya estaba un poco más grande se unió a un grupo que le bailaba a la Virgen.
Haciendo una búsqueda rápida en internet me entero de que esa fiesta se celebra en la localidad de Combarbalá. Se realiza una peregrinación y bailes en honor a la virgen, que en realidad no es una virgen, es una piedra.
El día viernes 3 de mayo de 2019, el diácono de la parroquia San Francisco de Borja de Combarbalá, Eduardo Cuello comentó al periódico digital El Día que “arriba en el faldeo del cerro hay una roca inmensa que tiene la forma o la figura de la Virgen María y la gente de ahí desde hace muchos años peregrina.” Además, agregó que “tiene un poquito de mito, de leyenda, pero detrás de todo eso también está la fe de la gente (…) que peregrina con devoción. Es también un lugar concurrido por personas con mucha humildad, sencillez y esfuerzo llegan al pueblo a expresar su fe y gratitud a la Virgen María”
La Virgen de la piedra es una expresión nítida de lo que Héctor González Cortes identifica como religiosidad popular, un fenómeno tan propio de los pueblos latinoamericanos.
Gonzáles plantea que esta “devoción se manifiesta no solo en las multitudinarias peregrinaciones en los días dedicados a sus advocaciones, sino también en el resto del año en la vida cotidiana de los sujetos, en cuestiones como mandas, bailes y cofradías religiosas, el bailarín promesero”
Mandas, como la que hizo mi bisabuela, o el hecho de bailarle a la virgen como tío, son actos que forman parte de la experiencia familiar de los sectores populares de la región.
Además, el autor identifica que las características del culto remiten a conceptos que se enmarcan en la tradición mariana latinoamericana, y estas tienen que ver, principalmente, con el mestizaje y con el sincretismo religioso.
Buscando información sobre origen de la devoción por esta “virgen” de piedra no encuentro su raíz indígena, pero si encuentro con un blog de alguien que se identifica como “diaguita ovallino”. En dicho sitio se dice que en 1910 una muchacha huyó de su casa al no tener la aprobación para casarse con un agricultor. La joven desapareció y su madre al rendirse en la búsqueda la maldice “Así como las piedras te protegen, en piedra te has de convertir”. Aquella piedra sería la muchacha.
También se cuenta que en 1935 un lugareño asocia la silueta de la piedra con la Virgen María comenzando así una gran peregrinación de fieles. Ambas historias son, por así decirlo, recientes, ocurren en las primeras décadas del siglo XX. Considerando que esta fiesta calza perfectamente con la definición y características que Gonzáles le atribuye a la religiosidad popular, y el hecho de que en principio la misma iglesia calificó este rito como pagano, estaría faltando aquel elemento que se mestiza o se sincretiza con las creencias cristiano-católicas.
Una hipótesis que se podría desarrollar es que aquella piedra es, fue, o puede ser una huaca. El concepto de huaca no es algo fácil de comprender. Requiere entregarnos a otra forma de ver el mundo. Requiera dejar de lado por un ratito todas las lógicas coloniales que habitan en nosotros. El mundo andino está lleno de magia. En el mundo andino habitan hechiceros voladores. Seres tierra. Seres piedra. Seres que se transforman en plantas, en, cóndores, halcones y golondrinas.
Pinesco Carella (2018) define y caracteriza las huacas como objetos sagrados cargados de poder o energía vital. Objetos de “vibrantes personalidades individuales hechas de materia energizada”. Objetos sagrados incluso con la capacidad de hablar, a la manera de los oráculos.
Las huacas son parte fundamental de la cosmovisión andina. Los relatos en torno al mundo andino ya sean mitos, leyendas o crónicas destacaban a las huacas como protagonistas de momentos especiales o conflictos. Momentos especiales como la creación de templos como Pachacamac. Conflictos como la persecución por parte de los españoles a los hechiceros (especialistas rituales andinos) bajo la excusa de representar un gran problema en el proceso de evangelización, y amenazaban con sus poderes la seguridad de los españoles.
Las huacas eran parte de la comunidad. Se les rendía tributos. Se establecían vínculos afectivos y comunicación con ellas. Solo un trocito de ellas era capaz de dotar de energía a un santuario completo. Se les atribuye, también, poseedoras de voluntad y animación propias, e Incluso, según algunos cronistas españoles, eran capaces de darle a los hechiceros la capacidad de volar o de entregar dones:
“Averiguóse que el diablo se reviste en aquel ídolo y habla con aquellos sus aliados, y les dice cosas diabólicas que se manifiestan por toda la tierra (…) Vienen a este diablo en peregrinación de trescientas leguas con oro y plata y ropa, y los que llegan van al portero y piden su don, y él entra y habla con el ídolo, y él dice que se lo otorga” (Estete, 1535, como se citó en Pinasco Carella, 2018)
Esa energía vital contenida por las huacas, y utilizada por estos hechiceros, o camascas, recibe el nombre de Camay. Según Cummins, este concepto puede ser entendido como la vitalización supernatural de todas las cosas materiales. Una fuerza de capacidad generativa inagotable. O también como el acto de “dar forma y fuerza, lo que anima y continuamente sustenta el ser; la fuerza generadora de vida que infunde todo, la fuerza vital y el poder sagrado” (Pinasco Carella, 2018. p.159)
Los camascas eran los que podían administrar el camay que recibían desde las huacas, dotando así nuevas dimensiones a la arquitectura y la artesanía. Una dimensión sagrada. Un ecosistema difícil de descifrar desde nuestra mirada colonizada. Un ecosistema en donde las huacas son un miembro, y bastante importante, de las comunidades andinas.
Considerando todo esto ¿la Virgen de la piedra es una huaca? ¿Será ese el elemento que se mestiza o se sincretiza con la tradición mariana católica? ¿Es la Virgen de la piedra un elemento contendor de una fuerza tan poderosa como el camay? Todo me indica que sí, pero aquella conclusión no puede desarrollarse plenamente en este ensayo, pero abre caminos interesantes que invitan a buscar esas respuestas.
Devoción es la palabra que hace pensar en mi tío, a quién jamás antes imaginé en esas, bailando caporales o bailes chinos bajo el sol. Devoción es la palabra que más me resuena imaginando a mi abuelita Nemesia cargando a mi tío en sus brazos, caminando bajo el sol, subiendo cuestas, sintiendo el regocijo de estar frente a esa piedra.
Referencias
Brosseder, C. (2014). El alcance de los poderes de “huacas” y de “camascas” en los Andes.
Nuevo Mundo Mundos. consultado el 16 de diciembre de 2021.
URL: http://journals.openedition.org/nuevomundo/67115:
Cummins, T. (s.f.). Arte Incaico.
Déjame que te cuente… de diaguita a diaguita. (2 de Febrero de 2016). Obtenido de http://diaguitaovallino.blogspot.com/2016/02/virgen-de-la-piedra.html
El Día. (3 de Mayo de 2019). Fiesta de la Virgen de la Piedra en Combarbalá espera más de 20 mil visitantes. Ovalle, Chile.
González Cortez, H. (1997). Apuntes sobre el tema de la identidad cultural en la Región de Tarapacá. Estudios Atacameños, 25-45.
Pinasco Carella, A. (2018). Oráculos, peregrinos y calendarios en el Santuario de Pachacamac. Pluridiversidad , 155-162.

Mauricio Tapia Rojo (Quilpué, 1988). Escritor, docente, editor. Licenciado en Pedagogía en Castellano por la Universidad de Playa Ancha. Ha sido finalista de los siguientes concursos de cuentos: “Luna Negra” de relatos policiales, convocado por la editorial española Lengua de Trapo (2010); y “Letras Sub 30”, auspiciado por la Fundación Cultural de Providencia, que integra Chambelán Superstar y otros cuentos (Ediciones B, 2016). Publicó los libros Semiótica de la torpeza (poesía, 2017), Zapping (cuento, 2019) y Animales muertos (cuento, Schwob Ediciones, 2022). Fue seleccionado para el fanzine Nuestro Fuego editado en Chile y Estados Unidos por Editorial Negra. A su vez, fue coeditor de Bathory Ediciones de Quilpué. Hizo parte de la antología En Verano [Muestra del novísimo relato de la región de Valparaíso]. Valparaíso, La Antorcha Magacín/Schwob Ediciones, 2022. Otro relato de Tapia Rojo en el n° 8 de La Antorcha Magacín.

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