En este libro no hay otro protagonista que el barrio Puerto de Valparaíso, un espacio que hay que vivir y padecer para conocer y amar, que se esconde a los visitantes de tour y buscadores de postales. Un lugar que se descascara, imperfecto, pero vivo, donde la humanidad de sus habitantes es el patrimonio.

Claudio Aguilera Álvarez
Gentrificación no es nombre de señora es un proyecto artístico que ha itinerado desde 2010 por diversas ciudades del mundo para reflexionar sobre la estandarización del paisaje urbano, la pérdida de la memoria barrial y la ruptura del tejido social. En diciembre de 2022, el colectivo que impulsa la iniciativa, Left hand rotation, estuvo en la Galería Metropolitana, ubicada en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. “La gentrificación supone una nueva colonización del espacio urbano al que fueron relegadas las clases menos favorecidas. Aquellas áreas marginadas que sufrieron un abandono en infraestructuras por ser periféricas devienen en nuevos centros con el crecimiento de la ciudad, lo que las coloca en el ojo del huracán de la especulación inmobiliaria”, fue uno de sus planteamientos.
Un día antes de la actividad, en la Furia del Libro realizada en el centro cultural GAM, se presentó el libro Ingentrificables (Libros del Cardo), de Juan Yolin y Majo Puga. Esta coincidencia revela el interés de creadores por reflexionar sobre fenómenos urbanos y sociales contingentes, y apropiarse, tensionar y contextualizar conceptos que hasta hace algunos años estaban circunscritos a los ámbitos académicos y especializados. Ambos proyectos confluyen sin duda a la hora de poner rostros y humanidad a procesos que avanzan frente a nuestros ojos en pueblos y ciudades de todo Chile.
Ciertamente, gentrificación no es un nombre de señora, pero afecta profundamente a las señoras que se llaman Tránsito, Mercedes, Edelmira, Genoveva o Petronila. Mujeres que han vivido vidas enteras en barrios donde amaron, sufrieron, vieron crecer a sus hijos, hicieron amistades, regaron sus plantas y lloraron a sus muertos. Hoy ellas arrastran sus carritos de compras por calles que ya no son las mismas, donde ya no viven los antiguos caseros, entre nuevos vecinos, edificios que borran las puertas que conocieron y la presión de las inmobiliarias que buscan adquirir sus casas.



De ellas, de ellos, de elles, nos habla el libro de Majo Puga y Juan Yolin. Nos habla de personas que han quedado en las márgenes de los esfuerzos por transformar las ciudades en marcas, en destinos turísticos a la medida de quienes pueden pagar, en decorados brillantes para selfies. Ellas, ellos, elles son los Ingentrificables que habitan esta obra. Ingentrificables porque sus vidas, sus experiencias, sus sufrimientos y miradas no pueden ser transformados en mercancía; porque sus mundos, complejos, contradictorios, desgarrados y solitarios, no pueden reconstruirse como atracciones capitalizables. Por el contrario, son lo opuesto a los paradigmas de la ciudad consagrada al progreso, que se limpia la cara tratando de maquillar sus viejas heridas, sus actuales cicatrices. Porque a pesar de todo, ellas, ellos, elles, permanecen. Se quedan agazapados en las esquinas, observan ocultos tras los ventanales, ven el mundo pasar desde el banco de una plaza, estáticos, atemporales. Sus historias, sus recuerdos, sus pisadas, resuenan en las calles con ecos tenues, y vibran en las páginas de Majo y Juan, quienes se han transformado en sus oyentes y depositarios de sus legados. Contra la muerte, contra el olvido, contra la violencia, la incomprensión, la pobreza, el paso del tiempo, la pala mecánica y el lucro, ellos resisten, se rebelan y se nos revelan.
Así, lo que nos entregan los autores en estas páginas llenas de una encendida oscuridad, es el rostro sin máscaras de un Valparaíso crepuscular, nocturno, onírico, donde susurros que no se apagan corean canciones que se remontan al principio de los tiempos, que son viejas y también actuales. Es el canto de una ciudad arrancada al mar, bombardeada, que se devoraba a sí mismo, que arde en el fuego y el carnaval, decadente y gloriosa, castigada y alabada, que se nos muestra aquí en misma, cortándose la piel a arañazos. Una radiografía que muestra el hueso y desecha la piel.
En este libro no hay otro protagonista que el barrio Puerto de Valparaíso, un espacio que hay que vivir y padecer para conocer y amar, que se esconde a los visitantes de tour y buscadores de postales. Un lugar que se descascara, imperfecto, pero vivo, donde la humanidad de sus habitantes es el patrimonio.
Majo y Juan han hecho en este libro una cartografía de lo sensible, trazada con palabras y dibujos, poética y dolorosa, fantasmagórica, cuajada de hermosas imágenes visuales y textuales, que se sumerge profundo en la historia y las historias del barrio Puerto, para recordarnos tal vez que su gente, y con ellos nosotros, somos apenas una línea en una inmensa cronología, una muesca, una hebra en uno enorme tejido, pero que es también en nuestra fugacidad donde radica toda nuestra magnificencia.
En este libro dibujado y escrito sobre páginas negras, como si quisieran arrebatarle a la noche las historias de sus personajes, sus autores nos recuerdan que somos nuestras ciudades, y que en ellas somos ciudadanos, con el deber de seguir luchando por una ciudad de todos y para todos. «El derecho a la ciudad, dice Miguel Lawner, se basa en la idea de la ciudad como producto cultural, colectivo y, en consecuencia, político. La ciudad es en esencia, un espacio público-político, donde es posible la expresión de voluntades colectivas, es espacio para la solidaridad, pero también para el conflicto. El derecho a la ciudad es la posibilidad de construir una ciudad en la que se pueda vivir dignamente, reconocerse como parte de ella y ser parte de ella”.
Recordar los nombres, voces, dolores, memorias y rostros de estos ingentrificables, de estas señoras, señores y señoritas que no se llaman gentrificación, es devolverles a ellas, a ellos y a elles, su derecho a ser y a hacer su ciudad.



Claudio Aguilera Álvarez (1976). Periodista, editor, galerista, gestor cultural e investigador en historieta. Director editorial del sello Letra Capital, especializado en patrimonio y urbanismo, ha publicado los libros ilustrados Hermanos (Quilombo, Chile), junto a la ilustradora Pati Aguilera, y Peumancura (Oink, México). Es también autor de los libros Ilustración a la Chilena (Ocho Libros/PLOP! Galería) y Antología visual del libro ilustrado en Chile (Quilombo Ediciones), entre otros.