El patio de atrás

Paula Hernández

¿Se abrieron las puertas? ¿Quién tiene las llaves del patio de atrás?

Se preguntaban por la festividad del patrono hacia la abundancia de los peces, de un 29 de junio, donde se celebra una fiesta solemne, católica, cristiana, en que se lleva a cabo una liturgia de culto, un rito de ofrendas a la naturaleza a cambio de peces. Es la fiesta de los pescadores.

¿Qué pescadores? ¿Los del sindicato 1 o 2?

Porque los del 1, que son los más antiguos, no quisieron apoyar la causa este año, porque después de dos años de pandemia perdieron a sus mártires. “¡Como a tres!”, dicen…

Ellos no estaban de acuerdo con abrir las puertas a los turistas, a la basura, al carrete, ni menos al comercio que no es local de Horcón.

Sin embargo, el sindicato 2, que son los pescadores jóvenes, harán la celebración igual.

Cuando es el día, el día de San Pedro, en la calle principal se hace evidente. Se vuelve peatonal, las palmeras relucientes apoyadas en cada poste o con algún palo amarrada. Hay banderines de colores. La calle es del peatón hasta Cau Cau. Es ahí donde se ven los toldos azules que reflejan el comercio traído de la alpaca peruana, el olor de algodón de azúcar que llega hasta nuestros corazones.

Al dar vuelta para ser un peatón más, en la esquina de Cau Cau con principal, justo ahí, venía en su bote San Pedro. Iba a vitrinear, en andas, la feria comercial. Lo llevaban cuatro personas a la carga, en sus hombros. Con su número 001 que me lleva a pensar en las películas del agente 007. La red de pescar como manta y una llave presionada en su mano fuerte, en su pecho. La llave del pueblo. La llave de las puertas del cielo.

Era San Pedro con dos pescadores, uno en proa y otro en popa. Cada uno llevaba un gorro de lana que te invitaba a usar uno. El clima de playa sin que apareciera el sol. El olor a pescado se siente. Es así vivir en una caleta de pescadores.

En el pecho se siente la vibración de las costillas. Como naufragar. Adentro del bote hay fotos de algunos que ya encontraron la llave de la puerta de lo celestial. También hay un tiburón a su lado, con sus colmillos filosos y puntiagudos.

En la orilla del mar se siente un lobo marino, como esperando la fiesta llegar. Retumba el sentir con las cofradías y un oso con una banda cruzada por la lujuria del exceso de cosas que estimulan o excitan los sentidos.

Es un carnaval en el patio de atrás.

Paula Hernández (1984). Es cronista. Vive en la localidad de La Chocota, entre Las Ventanas y Horcón, comuna de Puchuncaví, región de Valparaíso. Estudió Pedagogía en Lenguaje y Comunicación en la UCSH. Madre de 2, Julián & Leonor. Es participante del Taller de Narrativa Letras en la Arena de Horcón. Crea textos en base a la imaginación y observación del hecho de escribir.

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