Asedios a Pedro Aguirre Cerda y al Frente Popular (1938-1947)

Pedro Aguirre Cerda con las empleadas de su casa en el Fundo Conchalí, 1941.

La crisis de representación política evidenciada en la sociedad chilena actual, nos invita a reflexionar sobre los posibles sistemas políticos, el rol que cumplen los partidos y los movimientos sociales, así como atender a las alianzas que han conformado su tramado histórico. Desde una perspectiva crítica, la peculiar experiencia del Frente Popular (1938-1947) puede ofrecer lecciones, extrañezas y cuestionamientos insospechados de nuestro presente.

Cristóbal Rojas Vargas

La victoria electoral del Frente Popular inaugura unos de los periodos  considerados más brillantes dentro de  las estructuras partidarias de la izquierda chilena durante la primera mitad del siglo XX[1]. Sus bases políticas son conformadas desde mediados de la década de los 30 [2], cuando el partido comunista chileno – siguiendo las directrices emanadas por la Komintern[3]– promueve y defiende una posible alianza de centro- izquierda. Este nuevo lineamiento político- estratégico del PC se materializa a tal punto que posterior al triunfo presidencial de Pedro Aguirre Cerda, algunos militantes comunistas participaron de forma activa en los gobiernos radicales, incluso alcanzando cargos ministeriales. Por su parte, el Partido Socialista de Chile –la otra ala institucionalizada de la izquierda chilena–  también tuvo incidencia en la victoria del presidente que declaró “gobernar es educar”, permitiendo la constitución de esta alianza interpartidaria[4]. Sin perjuicio de lo anterior, hay estudios que, si bien destacan el rol relevante del PS chileno para la conformación del Frente Popular, también anuncian los obstáculos que impusieron a la alianza con el Partido Radical. Por ejemplo, el sociólogo Tomás Moulian destaca los potenciales conflictos de la posible candidatura a la presidencia del socialista Marmaduque Grove, escenario que pondría en peligro la alianza de izquierda-centro. No obstante, debido al exitismo de la derecha[5] que vislumbraba un camino electoral triunfante sin necesidad de colaboracionismo con otro sector político, y que junto a la susceptibilidad de los comunistas a las exigencias del Partido Radical, permitieron que las amenazas de disgregación no tuvieran mayores repercusiones en la constitución del Frente Popular. En opinión de Moulian, los militantes pro-alianza del Partido Radical percibían que una coalición con la izquierda significaba, casi con seguridad, un aspirante radical a la presidencia[6]. Es de esta manera que Pedro Aguirre Cerda se consagra como candidato representante del Frente Popular a las elecciones del ejecutivo de 1938.

No es menos cierto que existieron disidentes contemporáneos a la candidatura de Aguirre Cerda como representante del Frente Popular. Un ejemplo de esto es la figura del periodista Tancredo Pinochet Le-Brun, quien esboza distintos cuestionamientos al candidato presidencial en Pedro Aguirre Cerda. Un hombre pequeño para un país grande[7]. Una de las impugnaciones se centra en el programa político de Aguirre Cerda, que para el periodista “burlaba las aspiraciones de las izquierdas y las aspiraciones de todos los delegados a la convención”[8]. Luego de revisar los puntos en materia social, económica, educacional y política, Pinochet Le-Brun concluye que el programa alcanza a solventar sólo las necesidades mínimas de las personas y que deja propenso el vínculo con la oligarquía, teniendo matices de “algo muy político, muy candidato presidencial: un programa que es como un pasajero requiebro de seducción amorosa para las clases populares”[9].

«Las criadas del futuro presidente Aguirre», caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.
«Pedro Aguirre Cerda un hombre pequeño para un país grande» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.
«Viva Aguirre Cerda» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.

Pinochet Le-Brun destaca en su escrito que no puede haber un programa político reformador en el Frente Popular al habitar en su interior fuerzas reformistas con entidades conservadoras, lo que “solo demuestra la desunión de las partidos de izquierdas”[10]. De hecho, el también autor de la Conquista de Chile en el siglo XX[11] resalta la decisión tomada por los partidos conglomerados en el Frente Popular, de no votar por un candidato decididamente de izquierda e hicieran lo propio con uno que representaba la facción oligárquica del Partido Radical, “ya que ni la Democracia Unificada, ni el Partido Comunista votaron una sola vez por el candidato del partido socialista (Groove)”[12].

Hacen sentido las palabras del crítico del Centenario para definir en pocas líneas la naturaleza contradictoria del candidato del Frente Popular, quien, en base a su origen partidista, no tendría el apoyo de los sectores populares,

(…) si Aguirre Cerda supiera, en forma que no admitiera dudas, que podría gobernar con el apoyo de toda la masa proletaria, sus lenguajes y gestos serían otros, y su gobierno sería inmensamente renovador. No obstante, nacido y crecido él, como político, en la incubadora de un partido que no está formado por el pueblo mismo, cree que a Chile lo puede gobernar la oligarquía, y de ahí su campaña gris y tibia[13].

De alguna manera, Pinochet Le-Brun quiso materializar estas acusaciones vertidas sobre el Presidente de la primera administración de los gobiernos radicales, respecto a sus vínculos con la derecha y la oligarquía del periodo. Un caso concreto de estas denuncias es el complot junto a Gustavo Ross en el llamado “robo de las divisas”. En opinión de “Tancrédulo”, llamado así por sus detractores, “ambos han sido ensuciados con el escándalo de las divisas, que defraudó al fisco chileno en la suma de sesenta y ocho millones y medio de pesos”[14]. Esta denuncia, a juicio del periodista, nos permite entender que el candidato del Frente Popular tiene intereses políticos intraoligárquicos, señalando que Ross y Cerda si bien son adversarios públicos, tras bastidores son amigos que en sus discursos “prometen la felicidad a la patria”[15]. Para el autor de Oligarquía y democracia[16]este hecho muestra que  no sólo reparte favores entre sus partidarios, sino también entre sus adversarios políticos[17].

«Viva Aguirre Cerda» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.
«Lucha electoral entre Pedro Aguirre Cerda y Gustavo Ross» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.
«La oligarquía saca la castaña con la mano del gato» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.

Unas semanas antes del evento electoral que definirá el destino del país, el periodista realizó una visita a la viña de Aguirre Cerda. En su opinión, era necesario

(…) ver cómo viven los inquilinos de un candidato a la presidencia, escogido por un partido de izquierda, un candidato que ha mostrado la situación de miseria del pueblo chileno en su discurso y programa, y que ha increpado a los gobernantes por esta miseria, preguntándoles si acaso ellos no tienen esposa y no tienen hijos[18].

Una vez instalado en Conchalí, Pinochet Le-Brun nos describe paso a paso su breve, pero significativa visita en los campos viñeros de Aguirre Cerda. La primera experiencia que relata, con pesimismo, son las condiciones en que vive un empleado arboricultor del candidato. Al llegar a la casa de este empleado el periodista narra el siguiente diálogo,

(…) lo vemos a la puerta con sus cinco pequeñuelos, cuatro de ellos varones, descalzos. La niñita tiene sandalias. ¿No usan nunca zapatos los pequeñuelos? No ¿Por qué? Porque lo que se gana no alcanza… No alcanza el salario. Simplemente no alcanza, ni para vivir en la forma más humilde. ¿Y la madre? ¿Dónde está? Trabaja en Santiago, para enviar desde la capital con que suplir medianamente la escuálida olla de la familia[19].

Luego que deja el lugar de su primera experiencia , el autor de la novela histórica Nieves eternas[20] sigue su incursión, que lo dirige hasta el centro de la viña, donde se encuentran establecidos los ranchos de los inquilinos. En este caso, el periodista describe con mayor crudeza la situación de miseria que engloba la vida del campesino chileno. Al respecto señala:

(…) seguimos caminando por la viña de este candidato a la presidencia de la república. Y llegamos a la casa de un inquilino. Dos mujeres, con sus niños, viven allí. Decimos mal, existen allí. Porque eso no es vivir. El candidato (…) en su discurso del programa en el teatro municipal, describió la forma en que viven nuestros obreros en los conventillos de las ciudades. Esa casa es un conventillo del campo. Allí hay un hacinamiento de personas.  En una pieza, de suelo desnudo, de tierra, duerme toda la familia. Hacinados como una ruma de sacos de papas. (…) visitar el interior de esta casa –¿casa?– invita a llorar. Estamos seguros de que el señor Aguirre Cerda no ha entrado nunca en esta pocilga, porque habría puesto remedio a este oprobio[21].

Al interior del hogar sigue el diálogo entre el periodista y la esposa del inquilino. En el cruce de palabras entre ambas personas se desprende las dificultades de sobrevivir en un medio hostil como el campo chileno. Opinando sobre los alcances del salario campesino en estas tierras, Pinochet Le-Brun le pregunta a la señora,

–¿Qué compra esta familia para comer?

–Para el desayuno, té.

–Está bien –decimos-, una buena taza de té con leche y…

–No señor, leche no.

–¿Nunca?

–No, pues señor; ¿Cómo vamos a tomar leche? La mujer sabe que la leche es blanca y nada más.

–Al almuerzo, un día sí y otro no, un pedazo de carne con papas.

¿no le gusta la carne todos los días? Fue cruel la pregunta. La mujer creo que pensó que nos estábamos riendo de ella.

–No alcanza para nada más, señor.

–¿Y después? 

–Las onces. Una taza de té, sin leche, se entiende, señor.

–¿Y la comida? 

–Otra taza de té, sin leche, claro está, señor (…) Toda esta conversación en la casucha misérrima, de piso de tierra desnuda, se mantiene en forma solemne y silenciosa, como se conversa en una sala mortuoria, entre las velas que hacen guardia al difunto[22].

Para Pinochet Le-Brun es imposible concebir un candidato presidencial que represente a los partidos políticos de izquierda y que, a su vez, permita la existencia de las condiciones laborales y de vida desfavorables que experimentaban estos campesinos en su propio viñedo. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para que el candidato radical se convirtiera en el presidente que representara a los partidos del Frente Popular. Desafortunadamente no pudo terminar el mandato debido a su muerte en noviembre de 1941 a causa del padecimiento de tuberculosis. Frente a esta situación inesperada, se debió preparar de manera repentina y agilizada una elección presidencial con dos años de antelación .

«La comunión con ruedas de carreta» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.
«¿Quién toca las cuerdas de Aguirre?» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.
«Me quiere mucho, poquito, nada» , caricatura de Pinochet Le-brun, 1936.

II. El Frente Popular y la exclusión de los sectores populares chilenos (1938-1947)

Durante los primeros años de la alianza centro-izquierdista en el gobierno se adjudicaron ciertas labores pendientes de la modernización capitalista de Chile. A saber, la instauración de una política intervencionista de economía mixta, fomentando el “crecimiento estratégico” del sector industrial a través de apoyo y financiamiento estatal. Las distintas visiones de comunistas y socialistas se dejaron de lado por un momento, como también las expectativas revolucionarias inmediatas, a razón de compartir el acceso al poder. Sus ambiciones políticas estaban mayormente guiadas en cultivar la semilla que genere las condiciones políticas y socioeconómicas necesarias para una transformación social, más que por la búsqueda frenética de un escenario revolucionario inmediato.

En esta lógica, el triunfo del Frente Popular no sobreviene en una revolución social como temían los sectores conservadores, al observar el grado de institucionalización de los partidos de izquierda marxista que, a su vez, consensuaron ciertas aspiraciones programáticas moderadas, aunque no menos resistidas por la derecha. El caso más representativo al respecto es la aprobación del reconocido proyecto de ley “Corporación de Fomento de la Producción” (CORFO) que tuvo una ardua resistencia de la oposición al gobierno, manifestada en un casi rechazo en la cámara de diputados. Conscientes de la derrota, según Moulian, el senado cambió su postura obtusa sobre el proyecto de ley aceptando la idea de legislar, pero con el objetivo claro de “introducir modificaciones decisivas en la forma de financiamiento, en la conformación del Consejo y en las atribuciones del ente”[23].

La creación de una organización del Estado de la envergadura de la CORFO que adquirió una gran cantidad de financiamiento y de relevancia socio-económica, fue producto de una confluencia de factores, siendo el más relevante el fortuito terremoto de Chillán en enero de 1939. Según una entrevista del historiador Marcelo Cavarozzi al Ministro de Hacienda del periodo, Roberto Wachholtz, “los funcionarios de Aguirre Cerda indujeron a un grupo de senadores de derecha a que tolerasen la aprobación del proyecto a cambio del otorgamiento de fondos para tareas de reconstrucción en beneficio de las regiones afectadas por el sismo”[24].

No obstante, el fomento a la industrialización no significó una socialización de la economía, sino más bien figurar al Estado en los espacios económicos donde el privado se ausentaba. Debido al dominio del parlamento por parte de la derecha, la CORFO representaba una gran cantidad de gremios empresariales que, según Casals, lograron que el financiamiento de la organización estatal no proviniese únicamente del alza de impuestos, sino que también de créditos extranjeros, principalmente de EE UU[25].

La instauración de esta organización estatal provocaba un círculo beneficioso para las grandes empresas chilenas mediante la entrega de subsidios y otros patrocinios, como también la estimulación de la demanda de insumos y bienes de capital producidos por la empresa privada, favoreciéndola de igual manera[26]. En resumidas cuentas, lo que fue un momento de disputas en el congreso –durante la aprobación del proyecto de ley de la CORFO–, se convirtió en un mecanismo de fomento y fortalecimiento de la empresa privada.

¡Avanzar, sin “Democratizar”! La exclusión del sector campesino y obrero en el Frente Popular

El proyecto de “industrialización intencional” acaparado por los técnicos –especialmente ingenieros–, se desarrolla paralelamente al proceso de democratización de la sociedad chilena, siendo aquellos los objetivos fundamentales de la coalición del Frente Popular. La dualidad indispensable de industrialización/democratización que postulaba el Frente Popular –como ejes centrales de sus implementaciones políticas, económicas y sociales–, se efectúan en la “medida de lo posible”, como bien se refleja en el caso del proyecto industrializador de la economía (CORFO).

Frente al proceso de democratización también ocurrió un fenómeno similar, debido a que responde a los mismos dos factores de obstrucción: El poder de negociación que tenía la derecha política y el carácter altamente tolerable del programa desarrollista/democratizador del gobierno. Para Benavides, uno de los puntos más debatidos dentro de la izquierda chilena del periodo, es entre los sectores conformistas respecto del programa cristalizado efectivamente por el Frente Popular –que permitía la supervivencia de la estrategia de colaboración con el centro político–, y aquéllos que exigían la totalidad de la ejecución del programa modernizador y desarrollista, el cual incluía la reforma agraria y la sindicalización campesina[27].

Entre los peones y sus patrones se crearon vínculos de reciprocidad que incluía bienes materiales a cambio de apoyo electoral, cuestión que reflejaba los mecanismo de cohecho en el campo chileno[28]. Esto implicaba un paternalismo sobre los campesinos, que se ven obligados a elegir lo que el patrón les dicta , y que los excluye del sistema político chileno. Sin embargo, no es sólo en el sector campesino donde los avances de democratización son infecundos, sino también en el creciente sector obrero, que sufrió una doble exclusión[29].

El primer punto de exclusión obrera del sistema de representación política durante el Frente Popular, argumenta Cavarozzi, se direcciona a las demandas salariales y de mejoras en las condiciones de trabajo de los obreros, que fueron mantenidos sistemáticamente fuera de las arenas de negociación político-institucional. Es más, las demandas obreras figuraban como amenaza hacia la seguridad nacional, lo que provocó una especie de Estado de excepción mediante el uso de mecanismos de represión estatal hacia la clase obrera, sobre todo cuando los trabajadores efectuaron huelgas o paros, o amenazaron con hacerlo[30].

El segundo elemento excluyente de la clase obrera, está relacionada con uno de sus representantes en el sistema de partidos políticos –el Partido Comunista– que seguirá prohibido de facto o de iure durante el Frente Popular, impidiéndole participar a nivel electoral hasta 1961. Esto significó que uno de los dos partidos con mayor presencia en los sindicatos y en la misma sociabilidad laboral, fue impedido de presentarse a elecciones de cualquier índole y, por lo tanto, eliminando mayores posibilidades de representación de los intereses del sector obrero. El punto más álgido de institucionalización política del anticomunismo en Chile,  fue con la aprobación de la Ley por la Defensa de la Democracia en 1948, que excluyó totalmente del sistema de partidos al Partido Comunista, eliminando del registro electoral a miles de integrantes del partido[31].

Si bien existen avances en el proceso de modernización capitalista en Chile durante el Frente Popular, no hay medidas suficientes que permitan avanzar hacia la democratización de la sociedad chilena del periodo. La falta de una reforma agraria y sindicalización campesina; las demandas estériles en condiciones laborales y salariales del sector obrero, como también la institucionalización política del anticomunismo, son hechos que reflejan la negación de un efectivo proceso integrador de los sectores populares en Chile.

NOTAS


[1] Casals Araya, Marcelo, El alba de una revolución. La izquierda y el proceso de construcción estratégica de la “vía chilena al socialismo”, 1956-1970. Santiago, LOM Ediciones, 2010, p. 22. Existe un cierto acuerdo sobre los años que confiere datar la duración del Frente Popular(1939-1947). Ver al respecto: Moulian, Tomás, Fracturas de Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973). Santiago, LOM Ediciones, 2006, p. 20; y ver también: Benavides, Leopoldo, Líneas estratégicas de la izquierda chilena, 1933-1973. Flacso, Santiago, n° 142, mayo de 1982, p. 2.

[2] Para un análisis más detallado del proceso constitutivo del Frente Popular: Milos Hurtado, Pedro, Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935-1938. Santiago, LOM Ediciones, 2008.

[3] Durante el VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista( Moscú – 1935), tras el auge de los fascismos y el fracaso de la línea político- estratégica defendida y establecida como la oficial en el Congreso anterior , se dio paso a la política de frentes populares donde los comunistas buscarían alianzas con otros grupos antifascistas. La izquierda chilena, y en particular el PC, no fue ajena a estas nuevas estrategias de alianzas emanadas de la Komintern, y emulando los frentes antifascistas de la Europa de entreguerras propició un amplio arco político, –socialistas, radicales y comunistas– que en 1938 podrán acceder al poder con la instauración del Frente Popular. Ver al respecto: Milos Hurtado, Pedro, op. cit.

[4] Al respecto revisar, Benavides, Leopoldo, Líneas estratégicas…, p. 5.

[5] Tomas Moulian destaca el ambiente triunfalista de la derecha antes de las elecciones presidenciales de 1938, debido a los cálculos positivos deducidos de las elecciones parlamentarias y municipales precedentes. En: Moulian, Tomás, Fracturas de Pedro Aguirre Cerda

[6]  Ibíd., p. 39.

[7] Pinochet Le-Brun, Tancredo. Pedro Aguirre Cerda: Un hombre pequeño para un país grande. Santiago, Editorial Asíes, 1938.

[8] Ibíd., p. 4.

[9] Ibíd., p. 15.

[10] Ibíd., p. 38.

[11] Pinochet Le-Brun, Tancredo, La Conquista de Chile en el siglo XX. Santiago, Editorial La Ilustración, 1909.

[12] Pinochet Le-Brun, Tancredo, Pedro Aguirre Cerda…, p. 38.

[13] Ibíd., p. 43

[14] Ibíd., p. 54.

[15] Ibíd., p. 55.

[16] Pinochet Le-Brun, Tancredo, Oligarquía y democracia. Santiago, Casa Editora Tancredo Pinochet, 1917.

[17] Pinochet Le-Brun, Tancredo, Pedro Aguirre Cerda…, p. 56.

[18] Ibíd., p. 23.

[19] Ibíd., p. 27.

[20] Pinochet Le-Brun ,Tancredo, Nieves eternas. Santiago Imprenta La Ilustración, 1911.

[21] Pinochet Le-Brun, Tancredo, Pedro Aguirre Cerda…, p. 27.

[22] Ibíd.

[23] Moulian, Tomás, Fracturas de Pedro Aguirre Cerda…, p. 54.

[24] Entrevista con Roberto Wachholtz y Pedro Enrique Alfonso (noviembre y diciembre de 1969), citado en Cavarozzi, Marcelo, Los sótanos de la democracia chilena, 1938-1964. La esfera de “protección” de los empresarios industriales: la CORFO, represión a los obreros y la inflación. Santiago, LOM Ediciones, 2017, p. 47.

[25] Casals, Marcelo, La creación de la amenaza roja. Del surgimiento del anticomunismo en Chile a la campaña “del terror” de 1964. Santiago, LOM Ediciones, 2016, p. 143.

[26] Ibíd.

[27] Benavides, Leopoldo, Líneas estratégicas de la izquierda chilena, 1933-1973. Flacso, Santiago, n° 142, mayo de 1982, p. 6.

[28] Casals, Marcelo, La creación de la amenaza roja. Del surgimiento del anticomunismo en Chile a la campaña “del terror” de 1964. Santiago, LOM Ediciones, 2016, p. 142.

[29] El autor demuestra esta doble exclusión del sector obrero en el sistema partidario chileno. En: Cavarozzi, Marcelo, Los sótanos de la democracia chilena…, Cap. III.

[30] Ibíd., p. 82.

[31] Ibíd.

Cristóbal Rojas Vargas. Docente, investigador. Lic. en Educación e Historia por la Universidad de Valparaíso, Magíster en Estudios Históricos con mención en Cultura y Sociedad en Chile y América Latina impartido por la misma casa de estudio. 

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