Poetas como Sylvia Plath o Robert Lowell, conocidos con la etiqueta de confesionales, los podríamos asociar al tono hamiltoniano. Y aunque Hamilton también maneja el tipo de expresión, de efecto, de esa poesía, lo que lo distingue de los norteamericanos, y de muchos de sus contemporáneos, es su productiva economía de recursos expresivos.

Ian Hamilton
[Traducción y nota editorial de José Daniel Cuevas]
Casi nada
Es casi nada, lo sé
pero no me dejará ir. No es precisamente una esencia
Pero en días cálidos o a la noche lo recuerdo
un poco quemado, demacrado:
trigales negros, azufre, piel.
Es silencioso también.
Aunque de vez en cuando creo haberlo oído
murmurando: una oración
tal vez un juramento o un ruego. Y no,
carece de sustancia, no es algo
que pudieses tocar o ver.
No me duele, pero me pertenece.
¿Cómo llamamos entonces
a este algo en el aire, esta atmósfera
esta inminencia?
Hoy, como te has apartado
No lo llamaré mucho
lo llamaré, ya que tienes miedo, para que se quede.
Almost Nothing It is an almost-nothing, I know/ But it won´t let me go. It’s not a scent/ Exactly, but on hot days or at night I do remember it/ As slightly burnt, or over-ripe:/ Black wheatfields, sulphur, skin./ It’s noiseless too/ Although from time to time I think I’ve heard it/ Murmuring: a prayer/ Presumably, a promise or a plea. And no,/ It’s substanceless, it’s not a thing/ That you could touch or see./ It doesn’t hurt but it belongs to me./ What do we call it then,/ This something in the air, this atmosphere,/ This inminence?/ Today, because you’ve turned away,/ I’ll call it nothing much./ I’ll call it, since you’re frightened, here to stay.
Biografía
¿Quién pasó la página? Anoche, cuando salí,
dejé su vida abierta de par en par
a mitad de camino y bajo la luz de mi escritorio:
Los años mozos.
Mírenlo ahora. ¿Quién pasó la página?
Biography Who turned the page? When I went out/ Last night, his Life was left wide-open,/ Half-way through, in lamplight on my desk:/ The Middle Years./ Now look at him. Who turned the page?
Monumento
Cuatro lápidas desgastadas
se inclinan contra el muro
de tu asilo victoriano.
Fuera del perímetro, te arrodillas en la grama
descifrando nombres arrasados:
Viejos lunáticos que murieron aquí.
Memorial Four weathered gravestones tilt against the wall/ Of your Victorian asylum./ Out of bounds, you kneel in the long grass/ Deciphering obliterated names:/ Old lunatics who died here.
Epitafio
El olor a rosas secas y a tabaco
me devuelven.
Son casi veinte años
desde la última vez que te vi
y nuestro aburrido affaire continúa.
Me dejaste esto:
una mano, entreabierta y quieta
sobre un cobertor verde.
Suficiente para crear
algunos poemas melancólicos.
Si te hubiese tocado entonces
uno de los dos podría haber sobrevivido.
Epitaph The scent of old roses and tobacco/ Takes me back./ It’s almost twenty years/ Since I last saw you/ And our half-hearted love affair goes on.// You left me this:/ A hand, half-open motionless/ On a green counterpane./ Enough to build/ A few melancholy poems on.// If I had touched you then/ One of us might have survived.
Palabras
No tienes una vida /No has tenido vida en absoluto
de que hablar, niño silencioso. /de la de que hablar, niño silencioso
Esta noche la canción /Esta noche, la canción de cuna
de cuna de tu madre /alemana de tu madre
se rompe en lágrimas /termina en llanto
sobre tu cabeza sin sueño /sobre tu cabeza sin sueño
y te levantas alegre /y te despiertas alegre para recibir
para recibir su incontestable llanto. /su incontestable llanto.
Words You’ve had no life at all/ To speak of, silent child./ Tonight/ Your mother’s German lullaby/ Broke into tears/ Upon your dreamless head/ And you awoke in joy/ To welcome her unanswerable cry.
La tormenta
Lejos de aquí, estalla una tormenta y murmura hasta nuestro cuarto.
Miras hacia la luz, de manera que capta tu perfil
tu boca apretada, tu ojo encandilado.
Te volteas hacia mí y vienes cuando te llamo
y te arrodillas a mi lado, queriendo que tome
tu cabeza entre mis manos como si fuera
una delicada taza que la tormenta pudiera romper.
Quieres que me interponga entre tú y el bruto trueno.
Posándose en tu cuerpo, mis grandes manos se estremecen,
pulsan sobre ti, y luego, preguntándose cómo hacerlo, agarran.
La tormenta se aviva a través de mí, mientras tu boca se abre.
The Storm Miles off, a storm breaks. It ripples to our room./ You look up into the light so it catches one side/ Of your face, your tight mouth, your startled eye./ You turn to me and when I call you come/ Over and kneel beside me, wanting me to take/ Your head between my hands as if it were/ A delicate bowl that the storm might break./ You want me to get between you and the brute thunder./ Settling on your flesh my great hands stir,/ Pulse on you and then, wondering how to do it, grip./ The storm rolls through me as your mouth opens.
Algunas palabras sobre Ian Hamilton José Daniel Cuevas* Ian Hamilton nació en King’s Lynn, Norfolk, Inglaterra, el 24 de marzo de 1938, hijo de padres escoceses. Para decir generalidades y no entrar en detalles acerca de su carrera de editor, crítico, poeta y biógrafo, diremos que creó y dirigió las revistas de poesía inglesa The Review y The New Review, fue seleccionado por Oxford para la compilación y edición de The Oxford Companion to 20th Century Poetry, escribió las biografías de J.D. Salinger, Robert Lowell, Matthew Arnold, entre otras, fue editor de The Observer y del Times Literary Supplement, y su verso mereció premios como el Poetry Book Society en 1970 por The Visit. A sus doce años, su familia se mudó hacia el norte, al condado de Durham, en la ciudad de Darlington. Allí ingresó a la grammar school local; escuelas secundarias donde se estudia latín e inglés a partir de sus literaturas. Estudiando allí no le fue permitido acceder al equipo de fútbol por “problemas del corazón” que le fueron diagnosticados a sus 15 años. El fútbol fue siempre una de sus pasiones, y al no poder jugar en la escuela se refugiaba en la biblioteca escolar mientras se daban los partidos afuera. Durante esos años de adolescencia leyó la mayor cantidad de poesía de la que disponía la biblioteca. A sus diecisiete años, ideó allí su primera revista sobre el tema: The Scorpion. Procurar un entendimiento de la vida del poeta para adentrarse mejor en la obra puede ser una herramienta falible para apreciar su poesía. En el caso de Hamilton es diferente: adentrarse en la vida del autor nos revela una obra más allegada y elocuente. Aparte de no poder jugar al fútbol con sus compañeros, no mantenía relaciones de amistad con casi ninguno, tal vez debido a sus maneras norteñas, que él consideraba toscas. Así que se refugiaba en la biblioteca de la escuela desde muy joven, situación que coincidió con una convalecencia del padre cuando Hamilton contaba sólo trece años: En ese entonces su viejo cayó enfermo y quedó postrado, padeciendo en casa, casi muriendo. Robert Tough Hamilton fue padre de cuatro hijos con su esposa, Daisy McKey Hamilton. Ian fue el segundo, y para él la figura de su padre parece haber sido siempre algo difusa, hasta que se mudaron a Durham y el viejo Hamilton cayó enfermo. Fue así como se dio el acercamiento entre padre e hijo, apenas después de la infancia. Así que la sensibilidad de Hamilton no sólo se confortaba con la lectura de poesía durante los partidos de fútbol, sino que cuando estaba en casa se mantenía muy cerca de su viejo. Era algo que le gustaba hacer. No estaba allí para atenderlo, sino para estar a su lado, simplemente, observarlo y conversar con él, cosa que no había hecho en la infancia vivida en King’s Lynn debido al trabajo de su padre. La muerte del viejo Hamilton fue repentina y en medio de algo que se estaba gestando: el vínculo fraternal padre e hijo en su mejor momento. Esta ruptura marcaría al joven Ian a sus trece años. Su poesía, muy posterior, perteneciente en gran parte a la edad adulta, está marcada por esta imagen paterna que se evade, se esfuma, una imagen como una instantánea polaroid, pero inversa, que estaba pero desaparece. El tono de la poesía de Hamilton parece estar influenciado por la expresión poética de Estados Unidos en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Poetas como Sylvia Plath o Robert Lowell los podemos asociar al tono hamiltoniano. Aunque estos son más bien conocidos como poetas confesionales, Hamilton también maneja el tipo de expresión, de efecto, de su poesía. Lo que lo distingue de los anteriores, y de muchos de sus contemporáneos, es su productiva economía. Las influencias de un autor no radican en las semejanzas que se puedan rastrear en sus versos para dar cuenta de la permeabilidad de su voz; creo más bien que se trata de poder apreciar las sintonías posibles en la utilización de la forma al hablar de diferentes asuntos. El verso de Hamilton emula el tono conversacional, tan caro para él como crítico: “poetry has so much to do with language, with music, with the way the language is actually spoken”. Es un tono conversacional lo que escuchamos al leer sus poemas, y no una plegaria o una declamación. En sus poemas podemos reconocer los pies yámbicos que, aunque no sean la norma de la composición, están en perfecta armonía con el efecto que pueda causar el significado de sus palabras. “Biography” es un buen ejemplo de esto. El tono poético de muchos de sus colegas, tales como Philip Larkin, Donald Hall, entre otros, y el suyo mismo, lo podemos considerar como una metáfora de la vida urbana que envuelve al hombre moderno, con todas (y sobre todo) sus vicisitudes. *José Daniel Cuevas (Caracas, 1978). Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela, en cuya escuela fue profesor de literaturas clásicas occidentales. Cursó luego la maestría en Literatura Comparada en la misma casa de estudios y su tesis se encuentra en producción, junto a otros proyectos literarios. Reside en Buenos Aires.
