
Me resisto a proponer directamente. Robar significados reventados de sus esqueletos en hilvanes desde un punto ideal. Todos los alientos sirven a la heterogeneidad que persiste entre un paraje, un tejido, materiales diversos dispuestos sin intimidar bajo ninguna norma. Este trabajo es de la poeta, que me da el lugar para esta acústica.
Valentina Paz Osses Cárcamo
Este postfacio fue primero un prólogo. La pandemia nos asiste en poner las letras en el lugar que corresponde. Y en el tiempo eléctrico que se necesita para leer innumerables veces este substancioso libro. Todo se mueve cuando abro el archivo, aparecen lágrimas, incomodidad. Advierto el espesor de las nubes, me abrigo.
Este libro a veces me desfiguró completa, y después nos reunimos con su autora para preguntarle sobre él, hacia el trajín de sus éxodos discursivos, nuestras tertulias y leyendas. Sinsentidos, carcajadas llenas de desarraigo, y constantes reivindicaciones que nos reúnen en este absurdo. Papeles juntos en lugares recónditos, recordatorios en carpetas callejeras, ordenados hasta exorcizar el mundo junto a otros objetos para lecturar distintos cuerpos.
Esta obra como reflexión poética de lo orgánico desde el soma como condición. Cualquier relato importante desde ahí requiere tiempo, tenacidad, mudez concéntrica y estadías del cuerpo. El pensamiento poético no es preparación alguna para leer poesía al inicio o al final de este libro.
Después de meses, Todavía abro inercias, voces, semillas y la completud de otros cuerpos ondulados en sus inadecuaciones y en las mías. Esa es la porfía que me llevó a terminarlo para decir un atisbo al menos.
Hay que asir el mundo –creo que escucho esto cuando reconozco la voz de la poeta–, las tierras que transportó a los distintos lugares que le asintieron redefinir las sombras ciegas de la misma estética que luego, plantea transversal una a una en los honores de quienes timbran ciertas palabras. Admirables las palabras, ellas; como desprendimientos en sí, y en los versos.
Ellas devuelven una segunda inhalación de la prosa. Práctica de evocación de incontables llantos a través de sus derrames. Como nos muestra los caminos, las vertientes, los colores, los movimientos, los estados, las grietas, las anarquías.
¿Es posible sujetar el sentir?
Más bien instalar un grupo de recuerdos desde otra nutrición. Valentía reiterativa de la poeta que rompe varios cuerpos atrapados en uno. Precisión ahogada en varios géneros que se desenvuelven en recomponer paracaídas enormes. Bailes contundentes con distintos escenarios para soplar cada hoja. No tiene sentido ordenar todo con marcos o simplificar todo con nombres de tachas categoriales.
Me resisto a proponer directamente. Robar significados reventados de sus esqueletos en hilvanes desde un punto ideal. Todos los alientos sirven a la heterogeneidad que persiste entre un paraje, un tejido, materiales diversos dispuestos sin intimidar bajo ninguna norma. Este trabajo es de la poeta, que me da el lugar para esta acústica.
La orfandad incauta. El lugar horroroso que no se elogia al escribir, y que obliga desde la mutilación, el gesto de levantar el cuerpo a través del tiempo que la poeta entrega como “ahora”.
Al final, es mejor siempre hacer. La capacidad de nombrar resurge ahí en una correspondencia. Algo pasa cuando vemos un afuera que nos provee un estreno nuevamente.
Eso es este ardor poético: dinamizar, atender, salir de toda categoría. Incluso de las que traen aquellos libros que dan resguardo a su creación. Sigo con la orfandad al notar que las sensaciones, sentimientos, colores, texturas, cuerpos cuando son de otros, se diluyen en una trascendencia común. No, me permito exclamar que la lengua no alcanza siquiera.
Este libro de una materialidad caótica que contiene y captura una trayectoria vital de algo que “es”. Un ¿estado? del cuerpo que se rompe para enfrentar otra cabeza, cuerpo, pies, y todo lo que roza como sentidos unívocos domesticados como pérdida.
¿Qué sucedería si viviéramos invariablemente con esa intensidad?
O aceptando la mezcla de repertorios extra-corporales que nos trae la experiencia radicular. Sinestesia atrapada en lo inapelable del cuerpo. Miedo de juntar, confundir los sentidos ¿Se vacían los conceptos? La vaguedad constante. No hay convocatoria sobre las estructuras, mejor no perder de vista que hay detrás de las maderas corroídas por esos pájaros. Acompañada de miles de tejidos, imágenes, textos, silbidos, roces y márgenes. Fuerza, canticos cruzados, tachar y renombrar con libertad meticulosa.
¿Existen preguntas comunes aquí? ¿Dónde nos alojamos después de esta lectura? ¿En el agua? ¿En un bosquejo? Desaprehender la omisión mezquina, la tortura. Acudir a una matriz sin espejos. No mutilar pregunta alguna. Interpelar donde emerge toda substancia lateral a ésta.
Viña del Mar, 14 de junio 2020.
Valentina Paz Osses Cárcamo (Quilpué, 1982). Poeta y académica. Socióloga Pontificia Universidad Católica de Chile. Post- título en Enfoque de Género y Políticas Públicas FLACSO-CHILE. Diplomado en Metodologías de Investigación Social PUCV. Doctora en Sociología Universidad Alberto Hurtado. Realizó una pasantía doctoral becada en el Laboratorio de industrias culturales y creación artística (LabEx ICCA) - Université Sorbonne Paris Cité 13 el año 2017. En investigación social ha trabajado en los ámbitos de género, organizaciones, prácticas artísticas culturales y escritura sociológica. Como docente universitaria dicta cátedras de escritura sociológica, investigación social y guía de tesis. Es directora de la línea de investigación “Bibliodiversidades: Tránsitos y actorías en América Latina” del Núcleo de Sociología del Arte y prácticas culturales del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile. En poesía publicó el año 2020 su poesía reunida bajo el sello editorial "LP5 editora", susurros de un señuelo (Cuadro de tiza, 2013), y Nimbo (Ed. Inubicalistas, 2009). Ha participado en publicaciones como crítica literaria, y en publicaciones colectivas (ensayos, prólogos antologías, y postfacios). Su búsqueda constante es la articulación de relaciones entre ciencias y artes. Junto a Gladys González cocrea la Red Feminista del libro en Chile y Observatorio RedFem.

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