Daniel Camacho Francabandiera


Mi casa (el vértigo)


Todas las puertas de esta casa se abren hacia adentro.

No son,

sin embargo,

pasajes de entrada.

No hay ventanas.

Si las hubo,

hace tiempo ya,

cerraron las cortinas.

Así el sol de afuera

no se confunde

con la noche
de adentro.

Heme aquí,

en el interior de esta casa,

con la sangre chirriando,

con los huesos desordenados,

mirándome las manos,

¡mirándome las manos!

como si no fueran mías,
como si no me pertenecieran,
como si fueran,

ajenas.

Cactus (poema pensado a partir de la pintura “Abaporu”, de Tarsila do Amaral)

Peso para caer

únicamente

Reynaldo Pérez Só

Ma sedendo e mirando…

Giacomo Leopardi

Cacto

agora que puedo trovar reposo

cuando por mal trueco de vida

los meos pies ya non me sostienen

agora que déjome caer devagar al túo costado

nela claror de la matina

en catando las túas espinas muy muchas

yo quisiera, en serkura, te decir

que non te asemejas ansí arisco como ayer

e que invece hoy la túa piel se me torna

aínda placiente e reverdecida.

Unotra cosa grande quería te decir, Cacto

unotra cosa que non me alembro qüi

e que, ansina mesmo, sia preferíbel

acallar por agora.

***

Cactus

ahora que puedo encontrar descanso

cuando por mala fortuna

mis pies ya no me sostienen

ahora que me dejo caer lentamente a tu lado

a la luz de la mañana

mientras veo tus numerosas espinas

yo quisiera decirte, de cerca

que no me pareces tan odioso como ayer

y que hoy tu piel se me antoja más bien

agradable y lozana.

Algo más importante quería decirte, Cactus

algo más que se me olvida

y que, por tanto, sea mejor

callar por ahora.

Perro negro

un perro negro que va

y viene

prendido de hambre

tambaleándose de lado

a lado

cruzando

la

calle

unas vertiginosas

                                 huellas

sobre el barro y en la memoria

el sonoroso eco de un

                                      ladrido

pero cada tanta esquina

entre bolsas de basura

en el revés de una grieta

o detrás de un poste de luz

un hocico, unas patas

                                       negras

y la ardorosa lumbre de unos

                                                     ojos de perro

ahuecándome

ahuecando

                       me

un perro negro, creo

hambreado como la noche plena

que va como viene

que bate impasible la cola

que roe el hueso soñoliento

y que devora cuanto se ha

                                                 perdido

cuanto se ha

roto.

Volverse aire

Nada

            me sostiene

nada

            me mantiene

nada

            me contiene

nada

            me retiene

nada

            me detiene

nada

            me entretiene

                                         salvo la levedad

                                                                         del aire.


Daniel Camacho Francabandiera (Anzoátegui, Venezuela, 1999). Es estudiante de Letras en la Universidad Central de Venezuela. Resultó finalista en la IV y VI ediciones del Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. Se dedica profesionalmente a la enseñanza del inglés y el español como segunda lengua.

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