8 poemas

Mijail Lamas

[Selección y nota de Zorian Ramírez Espinoza]


V

De mi canción hice un abrigo…

William Butler Yeats

Pero ahora el desierto y la muerte te saludan,

te dedican miradas amarillas.

Amapolas pequeñas sobreviven asfalto y carretera,

el viento es capitán de todas las parvadas,

que va borrando tu rastro,

que va olvidando tu rostro

en la marcha inalterable de los desesperados.

En el último pueblo olvidaste tu nombre,

y aceptaste sin angustia posibles desenlaces.

$12.50 la noche, una pensión de tecatos.

Cerca de la línea un bar, una rockola.

En todos los espejos de las licorerías,

en todas las vitrinas de almacenes de chinos

te sorprendías sonriendo como idiota.

Las monedas exactas no conocían el sueño,

la sed era la espuela,

el alcohol un caballo reventado.

La memoria es el invento de todos los olvidos

que cotidianamente te niegas a ensamblar.

Pero el desierto es trama y laberinto

que vuelve a repetir historias extraviadas,

que vuelve a colocar sus piezas de ajedrez

donde la arena es el tablero que pierde a los alfiles.

En mediodías así vuelves a hacer polvo de esos huesos.

Y el dolor vuelve a servir la mesa,

su diligente modo de golpear los cristales trepana los

     silencios

y regresas a andar por las cenizas,

comisarías y morgues para tu decepción.

Hay muertos extemporáneos que nunca se despiden,

en las osamentas exhumadas de los atardeceres

escuchas de nuevo los disparos.

El desierto y la muerte te saludan,

la amarilla indolencia de la arena

relumbra en la cerveza de la noche.

Se duermen arrulladas por el miedo sirenas y patrullas,

en alambradas y muros cuelga el recuerdo que tienes del

   amor.

Se despidió el deseo con un tiro en la frente,

nadie busca tu rostro,

nadie encuentra tu rastro.

La muerte y el desierto no te dejan dormir:

ráfagas de palabras detonadas a un tiempo.

La cerveza se entibia,

no parpadea en tus ojos la estrella consumida que no

suena,

sabes que entre las dunas te lamerá la lumbre

y tu cráneo destrozado confundido en la arena.

EDWARD MORDAKE*

Cerré detrás de mí todas las puertas

mientras que un rostro canta cada noche

la canción del infierno.

Él es capaz de concebir obscenidades

que harían sonrojar a los estibadores.

Sus murmullos me hablan de cosas

que sólo podrían originarse en el infierno.

La imaginación más depravada

no podría concebir las tentaciones a las que me somete.

Por las crueles acciones de mis antepasados

yo nací condenado a cargar un demonio…

Todos los días elevo una oración

para que lo exterminen de este mundo

aunque muera con él.

Y si por algún designio mi vida terminara,

arranquen de mi nuca el rostro endemoniado

pues temo que,

aunque yazga mi cuerpo bajo tierra,

él siga blasfemando.

* Este poema es una traducción en verso de una entrada del Anomalies and Curiosities of Medicine (George M. Gould, Walter L. Pyle, pp. 188-189.) cuya primera edición data de 1896. Las fotos disponibles en internet de Edward Mordake son recreaciones de su posible fisionomía craneal (síndrome congénito denominado diprosopia o duplicación craneofacial): un rostro en la nuca que gesticulaba y hablaba con voz de mujer. Anomalies and Curiosities of Medicine es el único texto que da testimonio de la existencia de este personaje. George M. Gould, coautor del texto médico, participó en la Guerra Civil estadounidense, alistándose a los 12 años como niño del tambor.

II

estos que se me han ido

envenenando

días sin más flor

sin nacimiento

yacen como si nada

dígame por qué

no alcanza el respirar

y esos acentos

todos caemos palabra tras

palabra

el pez nace sin culpa

y muere por la boca

y tú que

ahora te me mueres

por distancias

que ya no resucitan

III

prodigio el cuerpo

lleva el verbo realizar

y maniobras no anunciadas

esto es lo que le hace el cuerpo al

lenguaje

parece

que se rompe

cruje

pero sólo se dobla

el cuerpo

si se quiebra

VIII

desmantelada voz

desamarrada

arma de doble filo

que corta la garganta

del pájaro en su vuelo

tajo que el canto teje

en su propio crimen

pájaro de cuento

EL JOVEN BLAISE CENDRARS MIRA UNA

FOTO DEL DESIERTO DE CHIHUAHUA

La mañana corta el paisaje como un cuero cabelludo,

a ti te parece una foto en negativo de la estepa

mientras el tren se va llevando el tedio de las conversaciones

   ocasionales.

El valle se revela como quien se aclara la garganta,

se abre sin asideros permanentes hasta que la mirada

            encuentre la silueta de las montañas,

en el corazón de la sed habitarán soldados y prostitutas,

que nada tienen que ver con la pequeña Juana de Francia

            o los milicianos rusos.

No ves tiendas suntuosas

como las que alguna vez divisarás en los desiertos

             del imperio otomano,

sólo algunos edificios ocres y más allá algunas casas de

  madera.

Por las calles un hombre con cara de piel roja

              y sombrero mexicano

toca en el acordeón una tonada polaca

que te hace recordar una noche de perros en Varsovia.

De algunos de los pocos árboles cuelgan hombres como

frutos extraños

a punto de desprenderse,

como esa noche de 1905 en Moscú,

en que la nieve no dejó de caer.

Las plumas de apache despeinan un viento ardiente

que te hará pensar en Bagdad, en los profetas

y las amapolas amarillas no llamarán tu atención,

sólo te asombrará encontrar tu rostro dibujado en los

    tatuajes de una mujer

que ofrece marihuana a los viajantes

y que por un par de billetes te contará la historia

de cómo un grupo de rangers mató a todos los varones

  de su familia;

pero si eres buen negociante, como ya lo has demostrado,

podrás pactar un encuentro en el callejón de una

  trastienda.

Algunos como tú llevarán un revólver,

lo llevarán al descubierto,

             pero sin mucho orgullo.

A los pocos días de probar el menudo rojo

y en una noche de muertos cotidianos

morirás en una pelea

en el único bar del que no te habían echado.

CHINESE DEMOCRACY

En verdad,

señor,

yo soy Chinatown,

a toda hora

y en demasía,

tengo una calle en cada esquina del mundo…

Andrea Cote

el alfiler en el cuello de la camisa del soldado chino

que lo obliga a mantener el mentón siempre en alto

la dignidad es pues

            un aguijón

no una mercancía

comprada en una tienda de todo por 1 dólar

pero un recogedor de plástico

durará más que todas las porcelanas de la dinastía Ming

que todas las cartas de amor de los poetas

y el amor

            es casi siempre

un juguete chino que pronto se estropea

pero que el niño se rehúsa a desechar

            y de nuevo la dignidad

            o el alfiler que pincha

en el cuello de la camisa

para nunca mirar

tirada en el suelo

esta mercancía pirata

              que somos

II

Su verdadero nombre era José

y era de esos chicanos que toman margaritas en el

   Kentucky,

que platican con desconocidos en el Club 15

y bailan canciones lentas con los travestis del Mr. Fog.

José besó a la mujer sin dientes,

José paró la bronca entre unos cholos,

José una vez invitó los burritos en la Juárez,

José no era carpintero,

pero todos sus hijos se llamaban Jesús.

José sabía contar historias

que nadie podría saber si fueron ciertas

pero tampoco nadie podría desmentir.

José perdió a María,

contó que la encontraron en las dunas.

Él dijo tantas veces que el desierto es un ladrón

que sueña con los ojos abiertos.

Desde entonces no duerme,

desde entonces no para de explicar que María no es un

  sueño.

Un día José ya no volvió.

Lo vieron caminar por la calle Montana

repitiendo en voz baja el nombre de las rutas

en que aprendió a perder para encontrarse.


Memoria: fiebre que atraviesa los incendios
Zorian Ramírez Espinoza


Memoria del desierto es el último libro publicado por el poeta mexicano Mijail Lamas. Libro que aborda temas como la territorialidad, el atravesamiento o, mejor dicho, el atraversamiento en la voz poética. Las fronteras, los límites del desierto vistos como la página en blanco, cuerpo y lenguaje que en gran manera abarcan la totalidad de la experiencia humana.
Este poemario se enraíza en un tránsito del Yo poético que en algunos momentos parece interrumpirse pero en el transcurrir de la lectura se continúa. Los poemas parecen estar enfocados en ese punto de encuentro con lo otro o el Otro, esto se aprecia en algunos textos que trabajan con la traducción como movimiento ligado a la acción de trasladar. Un ejemplo de ello es el poema “Edward Mondrake” donde se versifica una prosa escrita originalmente en otro idioma, demostrando que en dicha acción existe el hecho poético. Hablamos de lo trans de lo que camina y estructura la voz poética desarrollada en este libro.
Se puede leer entre líneas la confrontación de un desierto del alma desde lugares que pueden conectar con la experiencia de lo migrante. Ser un migrante en o hacia el país del lenguaje y formar parte de esos seres que atraviesan fronteras, los sin rumbo. Se camina con el libro o se deambula en un espacio donde el único fin es lo transitorio.
Comparto con ustedes algunos poemas que consideré valiosos en mi lectura de Memoria del desierto.

Mijail Lamas (Culiacán, 1979) es poeta, traductor y maestro de escritura creativa. Tiene un MFA en Creative Writing por la University of Texas at El Paso. Ha publicado los libros de poemas Contraverano (2007), Cuaderno de Tyler Durden seguido de Fundación de la casa (2008), Trevas. Canción del navegante de sí mismo (2013), El canto y la piedra (2017), Un recuento Parcial de los Incendios, selección de poemas 2007-2017 (2022) y Memoria del desierto (2023). Editó cinco volúmenes de poesía internacional para Valparaíso Ediciones México y Círculo de Poesía Libros. Tradujo las antologías Lluvia oblicua. Poesía portuguesa actual (2018), ¿Lo diría mejor el tiempo? Un siglo de poetas portuguesas (2020) y [corset], de Beatriz Hierro Lopes. Ha obtenido el accésit del X Concurso de Poesía Ciudad de Zaragoza 2011, el Premio de Poesía Clemencia Isaura del Carnaval Internacional Mazatlán 2012 y el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen (poesía) en 2023. Fue editor de Rio Grande Review, revista del Creative Writing Program de la University Of Texas at El Paso. Es uno de los editores de la revista electrónica Círculo de Poesía. Fue incluido en El canon abierto. Última poesía en español (1970-1985) de la editorial española Visor Libros.

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