A propósito de «Protección de la raza: historias de eugenesia y profilaxia social en Chile» de Guido Flores Santander

Jorge Budrovich-Sáez, Guido Flores Santander y René Silva Catalán en la presentación de Protección de la raza: historias de eugenesia y profilaxia social en Chile. Sala Imagina, Centex, Valparaíso, 25 de abril de 2024 © LAM.

Este libro trata de un análisis del discurso en torno a la higiene social y la campaña de “Profilaxia Social” en Chile, entre 1900 y 1932. Es un libro vertiginoso y, por lo mismo, con idas y venidas. Estas van desde las alturas de las grandes teorías expuestas en obras de calado internacional (e. g. El origen de las especies) a sus recepciones, lecturas e interpretaciones en medios locales, o de la contingencia socioeconómica global a las tragedias sociales desatadas en diversas localidades chilenas, tales como la pampa salitrera o los bajos fondos de la región metropolitana.

Jorge Budrovich-Sáez


Cada vez que se enuncia la palabra “raza” a propósito de seres humanos, se sacuden las creencias de la mayoría de las personas. Algunos pensarán en una oportunidad para confirmar sus prejuicios segregacionistas, otros tantos buscarán las señas del enemigo –sea quien sea–, pero seguramente una minoría tratará de saber algo más del contexto del enunciado. Nada de qué sorprenderse en tanto que hablar de “razas humanas” equivale, por defecto, a distinguirlas y abrir una discusión respecto de las características innatas de individuos que aparecen diversificados ante nuestra mirada según colores y formas. No es para menos el escándalo que desataría legitimar esta discusión, en tanto que voces autorizadas de la investigación científica, numerosas veces han despejado las dudas respecto del concepto de raza: solo existe una sola especie humana, con mínimas variaciones genéticas de individuo a individuo, inclusive respecto de otros mamíferos, por lo cual, no tiene sentido hablar de razas. La racialización no es otra cosa que el uso de términos cargados de supersticiones, con el propósito de persuadir a la población de la legitimidad de diversas formas de discriminación, sometimiento y exterminio.

Tenemos claridad sobre las connotaciones políticas y pseudocientíficas de la racialización hace algunas décadas. Son certezas que han posibilitado la proscripción de políticas públicas con contenidos racistas, y desarrollar y potenciar recursos para detectarlas allí donde se están fraguando. Lamentablemente la humanidad deberá cargar con una densa memoria de discriminación y sometimiento fundada en la racialización de individuos y colectividades. Prácticas y discursos desnaturalizados y denunciados de manera insistente, expulsados hacia ese curioso espacio que ha sido denominado como “políticamente incorrecto”. Y aunque se lo nombre con sarcasmo, sus voceros han sido acorralados hacia los márgenes de la incomodidad, el esoterismo, la pedantería y la ambigüedad. Lamentablemente, no ha pasado lo mismo con los gestos cotidianos, esos caracterizados por su automatismo casi reflejo, colindantes con el miedo, los escrúpulos y el asco. Patológico.

E insistiremos: el discurso científico sobre las “razas humanas” es cuestión del pasado, o sea, de una época en que era tan natural como aceptable, válido y biológico. No está demás señalar que hablar de razas sugería una visión de la riqueza de la diversidad humana, valiosa por sí misma en la pluralidad de sus conexiones con entornos naturales, costumbres, productos culturales y creencias. Una diversidad amenazada por la carrera modernizadora del liberalismo económico y la expansión del comercio internacional; aunque visto así, se trataba más bien de una cosmovisión tradicionalista que de un biologicismo eugenetista.  No obstante, este último mutará en una especie de “utopismo arcaico” respecto de la diversidad cultural, reificado y mistificado con los avances de la socialización capitalista, fusionado con un biologicismo tecnofuturista –propio de la difusión masiva de la reconversión de la genética en ingeniería–, y con la subcultura emprendedora del management. Al parecer eso explicaría la conformación de un sofisticado racismo libertarianista o de culturalismos arcaizantes.  

El trabajo que aquí comentaremos se focaliza en esa época. Ciertamente, tal como se estila en los artículos de investigación o en los tomos publicados por editoriales científicas (sic), en las primeras páginas del libro nos encontramos con un resumen del estudio. Se trata de un análisis del discurso en torno a la higiene social y la campaña de “Profilaxia Social” en Chile, entre los años 1900 y 1932. El objetivo de su autor –el periodista de investigación Guido Flores–, es identificar el rol de esta campaña en la creación de un Estado nuevo, así mismo como esbozar sus efectos duraderos. La metodología es la revisión de notas periodísticas, documentos oficiales y discursos políticos. El relato del autor se intercala con la reproducción de documentos tomados de revistas y documentos oficiales, particularmente de la revista Sucesos –cuyo último número aparece el mismo año en que se delimita el arco temporal del caso estudiado: 1932. Ciertamente, tiene un lugar entre las páginas del libro la figura de uno de sus colaboradores, Ángel C. Espejo.

En el intento de reconstruir el argumento del libro, nos podemos percatar de que la estrategia podría ser calificada como “ostensiva”. O sea, aproximarnos a los conceptos de raza, de eugenesia, de higiene social y de protección de la raza a través de un recorrido por la prensa de la época en tanto instanciaciones o ejemplos, versiones, experiencias, hechos concretos que nos inducen a elaborar la definición y comprensión de estos términos, desde la materialidad y las interacciones micro y macro históricas en que aparecen. Se trata de anécdotas, de noticias, de imágenes, que no solo nos informan sobre la cotidianeidad del periodo estudiado y del trasfondo global que le da sentido, sino que también nos dejan advertir ciertas jergas, modos de hablar, retóricas, argumentos, tipografías, imágenes y fijaciones que constituyen la experiencia misma de la profilaxis social eugenésica en el caso estudiado. Es un verdadero paseo donde se vehiculizan emociones que pueden llevarnos desde la miseria, la tragedia y la indignación, hasta ese humor tétrico que evocan los relatos periodísticos de algunas escenas de ilícitos de la época. Al respecto, tan solo un ejemplo:

«Lesbianas neuróticas, monstruosas, amadoras, lo hicieron todo Sodoma y Lesbos. Han florecido los vericuetos de nuestra paz aldeana. Nuestros muchachos, muestras desesperadas, han buscado la tenebrosidad del amor innoble; paz para esos espíritus cansados, aplastados con la derrota de otras generaciones.

Espinas   dorsales arqueadas, carnes fofas, cerebros débiles, nervios enfermos, habidos de novedad. Almas alucinadas han corrido envueltas en un auto rellenado ruido que han cantado en sus orejas, hasta las sacerdotisas de las siete locuras. Revolcados en su vergüenza, han recibido el culto a los monstruos de la decadencia de Roma y han terminado por sostenerse artificialmente colgados del hilo ficticio de la droga y lo han tendido hacia un abismo donde no se cesa jamás de descender […]. Si nos queremos rehabilitar, si queremos hacer un Chile nuevo, debemos gritar menos y obrar más». Acevedo Hernández, 26 de agosto de 1926, Revista Sucesos.

Portada de Guido Flores Santander, La protección de la raza chilena. Historias de eugenesia y profilaxia social. Santiago, Editorial Letra Clara, 2024.

Es un libro vertiginoso y, por lo mismo, con idas y venidas. Estas van desde las alturas de las grandes teorías expuestas en obras de calado internacional (e. g. El origen de las especies) a sus recepciones, lecturas e interpretaciones en medios locales, o de la contingencia socioeconómica global a las tragedias sociales desatadas en diversas localidades chilenas, tales como la pampa salitrera o los bajos fondos de la región metropolitana. En ese sentido, se trata de un trabajo que aporta al debate sobre el aislamiento relativo de Chile, en cuya historia se pueden contar episodios y/o personajes que le enlazan directamente con los escenarios decisivos de la historia universal. Debo advertir que en absoluto quiero sugerir que esta experiencia vertiginosa de lectura tiene connotaciones negativas. Por el contrario, es una exposición que recuerda esas narrativas no lineales que encontramos en un webdoc, cuya principal ventaja es que nos invitan a volver a revisarlas y enhebrar sus secciones de maneras diferenciadas, intentando combinatorias que posibiliten nuevas conexiones. Estas son las entradas para nuevas interpretaciones o para abrirnos a la indagación de datos que nos lleven a desarrollar esas conexiones sugeridas por Guido Flores.

En cuanto a los vuelos más teóricos del texto, llama la atención percatarnos de que el trabajo se abre con la temática de la cuestión social, cuya génesis está inscrita en los puntos cardinales de la expansión capitalista e industrial, para cerrar con una reflexión sobre las exigencias éticas que siempre debe considerar la producción de conocimiento científico, más aún cuando su instrumentalización política está prevista, calculada o solapada desde un principio. No es una casualidad, sino que una clave de interpretación de la eugenesia, tan cara a la biología como ciencia segundona al servicio del control de la vida y de la producción de riqueza.

Alessandri Palma, Bartolomé Blanche, Carlos Ibáñez, Manuel Bulnes, Emilio Korner, los hermanos Philippi, los culís, Otto Aichel, entre otros, aparecen retratados en el libro, dando forma a algo así como un panteón de las aventuras de la eugenesia en Chile. Personajes públicos de elite, obnubilados por las connotaciones salvacionales de un darwinismo desbordado de sus fronteras científicas, una buena nueva para resistir el avance de la cuestión social, cuyas ventajas no se pueden disimular: la pobreza y el delito se constituyen en una determinación biológica, las políticas públicas pueden desembarazarse de sus lastres morales y/o voluntaristas, las elites pueden regocijarse de la fortuna de su “herencia racial”. El roto, el mestizo, el chino y el migrante alemán, son los personajes de una tragedia que solo tolera fatalismo. El consumo de opio y de coca, la prostitución y la falta de hábitos higiénicos, son escenas paradigmáticas de esta tragedia, por fin develada gracias a los progresos de las ciencias de la vida y esa filosofía depuradora que estimulan.

Nicolás Palacios. Raza chilena: libro escrito por un chileno y para los chilenos [2a. ed.]. Santiago, Ed. Chilena, 1918,.

Para cerrar esta reseña, sino más bien “reflexión inspirada” por la lectura del libro de Guido Flores, explicitar algunos tópicos que nos resultan de particular (o restringido) interés, al pesar de los ejes temáticos (e implicaciones) sentados por el autor. El primero se relaciona con las conexiones sugeridas entre la profilaxia social eugenésica y la migración, los puertos marítimos, los ferrocarriles, los asentamientos extractivos y el transporte de bienes y personas, o sea, todo aquello que hoy se considera como la dimensión logística y extractiva del capitalismo. La lectura de la modernización del Estado chileno como un proceso de imposición colonial, donde la lógica de la guerra y la táctica racializadora son puestas al servicio de la intensificación de los procesos extractivos y de los intereses imperialistas disimulados por la retórica nacionalista, recorre las páginas de este trabajo. Las miserias de la industria salitrera o la alianza de los culis con el ejército chileno en el conflicto con Perú son escenas de este proceso, caracterizado por las migraciones económicas, la precarización esclavista y el transporte acelerado de personas, elementos decisivos en la disputa por las cadenas de suministro y la acumulación del capital. Por otro lado, aunque no disociado de esta dimensión logística de la construcción del Estado chileno, son relevantes las referencias al carácter interdisciplinario de la eugenesia. Se trata de un programa científico en el cual convergen la biología, la genética, la psicología, la medicina, la educación, la demografía y la psiquiatría –tal como el mismo autor menciona–, y que, dadas sus connotaciones discriminatorias y deshumanizantes, más aún cuando operó como política de Estado, obliga a insistir en la necesaria reflexión ética sobre la producción de conocimiento científico. Pero nos parece que no solo de ética va la cosa: la eugenesia es un tópico que nos abre las puertas al problema de las políticas del conocimiento, a la crítica de la institucionalidad científica y a la necesidad de desnaturalizar nuestras certezas más preciadas, sin ampararnos en imaginarios supersticiosos, sino que articulándolas con los mecanismos o lógicas sociales y económicas que las posibilitan. 

Jorge Budrovich-Sáez. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, Universidad de Valparaíso. Licenciado y Magister en Filosofía con mención en pensamiento contemporáneo. Editor de la Revista de Humanidades de Valparaíso (UV). Entre sus publicaciones se cuentan: “Del clamor de la realidad a la creación heroica: notas para un «marxismo peligroso»” (Patricio Gutiérrez (ed.). José Carlos Mariátegui: Defensa del marxismo. Edición chilena de 1934 comentada), “Después del marxismo, después del anarquismo: Laín Diez y la crítica social no dogmática” (Revista Pleyade, n° 15: 157-178), “La trama y la fiesta en la ruta de la transformación social. Un ‘camarada de Chile’ en los preliminares del mayo francés” (Revista Actuel Marx/Intervenciones. nº 25), “The Port is a debate…” (Neilson & Rossiter, eds., Logistical Worlds. Infrastructure, Software, Labour. Fibreculture Books), “Cómo explicar el Octubre Rojo chileno de 2019: ¿Crisis, revolución, ‘estallido social’?” (Junto a Hernán Cuevas; Almonacid, Zúñiga y Cuevas (eds.). La rebelión contra el orden: octubre de 2019-presente. LOM). Correo electrónico: Jorge.budrovich@uv.cl

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