El optimismo por una salida insurreccional a la dictadura pinochetista tiene en parte su explicación en factores de dinámica interna del Partido Comunista de Chile, así como la formación militar de los principales cuadros dirigentes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y su paso por la experiencia de la revolución nicaragüense, el efecto “clandestinidad” e incluso el voluntarismo en su análisis de la realidad. En todo caso, la derrota política de la vía insurreccional no fue aceptada por el ala izquierda de los comunistas, empecinada en que existían las condiciones objetivas para una salida insurgente, provocando así la división del partido y con ello la creación del FPMR-Autónomo.
Aníbal Riquelme Contreras

La división ocurrida en 1987 del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), es en realidad la división del Partido Comunista de Chile, y hunde sus raíces en problemáticas que se remontan a la génesis de la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM). Al momento de nacer el FPMR, en 1983, existían al interior del partido a lo menos tres grandes facciones o mejor dicho corrientes de opinión. Una corriente de derecha, representada por el segmento del exterior de la dirección del PC, partidaria de la incorporación de la violencia como medio de la política, pero que rechazaba convertirla en el eje de la línea del PC. Del mismo modo no compartía que la salida más probable de la dictadura fuera a través de una insurrección[1]; Una corriente de centro, representada por el Equipo de Dirección Interior (EDI), mayoritariamente en el país, que se jugó, desde los orígenes de la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM), por una perspectiva insurreccional y, por lo tanto, por la conformación de un aparato militar que tuviera un papel destacado en el término de la dictadura, enfatizando el carácter estratégico de lo militar en la política, pero no como algo reducido al problema físico de las armas, sino lo que se entendía debía ser “una visión completa del problema del Poder”. Trataba de evitar también la “desviación militarista”[2]. Y, por último, la corriente de izquierda, reducida solo a algunos oficiales en La Habana, que dudaban del compromiso político de la Dirección del PC con el desarrollo de la política militar, y le criticaba lo que veían como sus “vacilaciones” en la implementación de la PRPM. Esta ala enfatizaba el papel determinante de la lucha militar[3].
Según Rolando Álvarez “este esquema pre-configuró la crisis del PC”[4]. A este esquema debemos sumar cierta tendencia al autonomismo del brazo armado del PC, producto de la identidad “Rodriguista” que se forjó a través del tiempo y la camarería[5]. Durante el periodo 1983-1986, “la cultura política del PC se transformó durante este periodo producto de la incorporación del factor militar. Sin embargo, existió una línea de continuidad con sus tradiciones políticas (‘el recabarrenismo’), expresado en la inserción e influencia de masas que el PC obtuvo en esta época, a pesar que supuestamente el promover formas violentas de resistencia contra la dictadura lo deberían haber conducido a abandonar o minusvalorar el trabajo de masas”[6].
En diciembre de 1983, el FPMR hace su debut con un apagón nacional. El Frente intentó que sus acciones fueran audaces y llamativas. Por ejemplo, al cumplir seis meses de existencia oficial, se coparon las radios Minería y Festival con el objetivo de emitir un comunicado para explicar sus posiciones. Respecto al uso de la violencia y las acusaciones de terroristas que caían sobre ellos, se afirmaba que “no nos gusta la violencia y hubiéramos querido evitarla. Pero no nos falta el valor para combatir, cuando nos han puesto en la disyuntiva de morir de hambre o luchar sin claudicar, hasta la victoria, por nosotros y nuestros hijos”[7]. También se desligaban del PC señalando que “El Frente Patriótico Manuel Rodríguez no integra un partido político, ni pretendemos convertirnos en alternativa ante ellos. Somos hombres, mujeres, jóvenes, de los más variados pensamientos ideológicos, a quienes nos une el noble anhelo de alcanzar la libertad para Chile”[8]. “En los primeros manifiestos públicos del Frente, destacaba la ausencia de definiciones ideológicas –no se denominaba marxista-leninista– siendo reemplazadas esas alusiones por fuentes nacionales”[9], como el “guerrillero” Manuel Rodríguez.
En los escritos sobre la historia de esta estructura que ha confeccionado el FPMR Autónomo se señala que para los años 1985-86 el número de acciones también habrían sido cercanas al millar: “podemos decir que en 1985 el FP realizó 350 acciones exitosas y cincuenta fallidas. En 1986 las fallidas fueron 150 y 554 las exitosas, donde 70 de ellas fueron derribamiento de torres; treinta fueron cortes de vías férreas; 18 fueron ataques a instalaciones de las fuerzas represivas; hubo ocho acciones de hostigamiento; 337 sabotajes menores; fueron distribuidos cinco camiones con alimentos y se realizaron ocho acciones especiales, entre las que están la emboscada a Pinochet y el ataque al cuartel de Carabineros de calle Polo Banda”[10]. Por lo general las investigaciones sobre la historia del accionar del FPMR olvidan que éste formaba parte de una estructura político-militar más compleja, “compuesta por las unidades militares y paramilitares del PC y las JJCC. Esto significa que la mayoría de las acciones militares y paramilitares de resistencia fueron realizadas por las ‘Unidades de Combate’ (UC) del Partido y la Juventud”[11].
En diciembre de 1984, el PC asume la política de la sublevación nacional para acabar con la dictadura, pese a que el momento más álgido de las movilizaciones había pasado[12]. “En diciembre de 1984 un informe a un Pleno del Comité Central del PC contempló finalmente la tesis que la salida ‘más probable’ de la dictadura sería una ‘sublevación nacional’”[13]. La jornada de septiembre de 1985 puede considerarse un ensayo general de la “Sublevación Nacional” y la de julio de 1986 como el momento en que el PC pensó que se podría haber producido el levantamiento popular que tumbara a la dictadura. “Acciones espectaculares, como el ingreso ilegal de armas o el atentado a Pinochet, apuntaban a llevar a efecto este plan, ya sea armando a las Milicias Rodriguistas y las estructuras paramilitares del partido o dando un ‘jaque al rey’ (terminar con la vida del dictador) para provocar el ansiado levantamiento popular”[14]. Luego del paro nacional del 2 y 3 de julio de 1986, más precisamente en agosto fueron descubiertas las armas que el PC había adquirido, con ayuda cubana y otros países socialistas, para asegurar el éxito de la Sublevación Nacional. El intento de liquidar al dictador el domingo 7 de septiembre de 1986 fracasó, lo que hizo que la perspectiva insurreccional se alejara. “Como en toda empresa humana, a la hora del fracaso, comenzarían los reproches, las discusiones y las fracturas en el otrora monolítico Partido Comunista chileno. Las diferencias que existían desde principios de la década de los ochenta, se desencadenarían con toda su fuerza a partir de 1987, iniciándose un proceso de fuerzas centrífugas que tuvo su máxima expresión en 1990, cuando explotó la peor crisis interna del PC desde las ocurridas en los años veinte. Lo que estuvo en juego, finalmente, fue la vigencia o no de seguir siendo comunista en Chile tal como hasta esa fecha se entendía debía serlo”[15].
Después del atentado se realizaron dos reuniones de la CP, una el 15 de septiembre y otra a mediados de octubre de 1986. La primera estuvo marcada por el dramatismo, producto de la oleada represiva que desató la dictadura luego del atentado, partía reconociendo el aislamiento del Movimiento Democrático Popular (MDP) y el PC del resto de la oposición. Sin embargo, el PC insistía en considerar a Pinochet en una situación defensiva: “siempre debemos tener en cuenta que el fascismo es una dictadura brutal, cruel, pero, en definitiva, precaria. El tirano no puede ni podrá cerrar las grietas que el movimiento popular ha provocado en el propio edificio de la dictadura”[16].
Por lo tanto, ante el peligro del repliegue, el PC sostenía que “lo principal es llevar adelante la movilización social, las volanteadas relámpago, así como las barricadas, detonaciones y otras acciones por el estilo”[17]. En la reunión de octubre de 1986, “se analizó la situación política y se discutió la compleja situación que vivía el frente militar del partido, responsable de arsenales y el atentado, los dos sucesos que habían marcado el año político”[18]. Esta reunión “simbolizó” el inicio del conflicto al interior del PC, “pues sus conclusiones dejaron muy disconformes tanto al ala derechista como izquierdista del Partido”[19]. “Sin ignorar los problemas surgidos, debemos apreciarlos como fenómenos temporales, circunstanciales, que es posible remontar si mantenemos firmes el rumbo, sin desviar la dirección del golpe principal y aplicando con firmeza y flexibilidad nuestra política”[20]. Así, se relativizaba el mal momento de la oposición, señalando que, a pesar de todo, se abría “un amplio campo para llevar adelante la política de unidad y lucha, de rebelión popular de masas, de enfrentamiento a la dictadura que encarnaba el Partido y el MDP”[21]. Este planteamiento no fue compartido por el ala derechista, iniciándose a partir de fines de 1986 y públicamente en 1987, “fuertes descensos ante la tesis que sostenía en el tiempo la perspectiva insurreccional, sin reconocer que la situación política era otra que en tiempos de la fase 1983-1986”[22].
Por otra parte, en la reunión de octubre de 1986 también se evaluó el trabajo militar del PC. La principal conclusión “era que en el aparato militar existían concepciones políticas y estilos de trabajo distintos a los del PC. Por ello, se resolvió la salida de la Comisión Militar de algunos de sus integrantes e incluso sancionar a los responsables de la detección de los arsenales en el norte”[23]: “hemos podido constatar que ha habido, de parte de valiosos cuadros militares, algún grado de suficiencia y hasta la idea de que la Dirección del Partido frena, en cierto modo, su actividad combativa”[24]. “Por ello, la principal medida para enmendar este problema sería “reforzar” la formación política e ideológica de los cuadros militares. A continuación, se enumeran veinte puntos para resolver los problemas y errores que el frente militar había registrado durante 1986. Las medidas apuntaban a un crecimiento controlado del FPMR (impedir que ingresara a él cualquier militante o no militante); confirmar la remoción de “Rodrigo” (Raúl Pellegrín) de la Comisión Militar y “conversar a fondo” con “Salvador” (Galvarino Apablaza); subordinar el conjunto de la estructura militar al área política, impidiendo tendencias militaristas; vincular a los militantes que actuaban en el FPMR de la mística comunista y, dicho sin tapujos, que la supuesta independencia del Frente ante el PC , pasara por “asegurar un núcleo político-militar de dirección del FPMR que dé el máximo de confianza a la Dirección”[25]. Esta intervención al aparato militar del PC, y sobre todo la remoción de Pellegrín de la Comisión Militar, espacio en la que estaba en función de ser el jefe del “fuerza militar propia” del PC, o sea, el FPMR fue el factor precipitante de la fractura al interior del PC. Esta medida fue resistida por meses. “También en 1986 Salió de su cargo el encargado militar del PC, Guillermo Teillier, lo que era señal inequívoca del deseo de la Dirección de querer hacer cambios importantes en el frente militar. Luego de largas discusiones y de intentar llegar a acuerdos, el quiebre se hizo inevitable”[26].
En resumen la derrota política de la vía insurreccional para derrocar la dictadura, no fue aceptada por el ala izquierda del Partido Comunista, empecinada en que existían las condiciones objetivas para una salida insurgente a la dictadura, provocando la división del Partido Comunista de Chile, escindiéndose parte de su aparato militar en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez Autónomo, el optimismo por una salida insurreccional a la dictadura tiene en parte su explicación en factores de dinámica interna del mismo partido como la formación militar de los principales cuadros dirigentes del Frente y su pasó por la experiencia de Nicaragua, el efecto “clandestinidad” e incluso un voluntarismo en su análisis de la realidad. La derrota militar vendría después, con la Guerra Patriótica Nacional declarada por el FPMR-A. Donde se demostraría en plenitud su voluntarismo por sobre las condiciones objetivas, no para una sublevación nacional, sino derechamente para una guerra abierta contra el régimen.
[1] Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución. Santiago, LOM Editores, 2008, v. II, p. 42.
[2] Idem.
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Rolando Álvarez, “Los ‘hermanos Rodriguistas’. La división del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y el nacimiento de una nueva cultura política en la izquierda chilena. 1975-1987”, Revista Izquierdas, Año 2, N° 3, 2009.
[6] Su revolución contra nuestra revolución. Vol. II. Op. Cit., p. 21.
[7] “Comunicado de la Dirección Nacional del FPMR, al cumplir 6 meses de vida y combate junto al pueblo de Chile (transmitido el 07/06/1984”. Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, Op. Cit. p. 55.
[8] “Manifiesto del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Stgo, diciembre de 1984”. Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 55.
[9] Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 55.
[10] FPMR-Autónomo: “Nacimiento, Desarrollo y Consolidación del FPMR 1983-1986”, http:// www. fpmr.org./
[11] Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 56.
[12] Rolando Álvarez. Arriba los pobres del mundo. Santiago, LOM Editores, 2014, p. 218.
[13] Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 48.
[14] Ibídem, p. 58.
[15] Ibídem, p. 64.
[16] “Informe Comisión Política, 15 de septiembre de 1986”. Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 67.
[17] Idem.
[18] Idem.
[19] Idem.
[20] “Informe Comisión Política, octubre de 1986”. Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 67.
[21] Idem.
[22] Citado en Verónica Valdivia, Julio Pinto, Rolando Álvarez, Karen Donoso y Sebastián Leiva. Su revolución contra nuestra revolución, p. 68.
[23] Idem.
[24] Idem.
[25] Idem.
[26] Idem.

Aníbal Riquelme Contreras (Valparaíso, 1975). Docente, investigador, cronista. Licenciado en Educación e Historia por la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso, Magíster en Estudios Históricos con mención en Cultura y Sociedad en Chile y América Latina por la Universidad de Valparaíso. Cursa estudios de Doctorado en Historia en la Universidad Católica de Valparaíso. Es editor de la página Cerro Cordillera del Ayer Fotográfico. Publicó el libro Orígenes de una comunidad. El cerro Cordillera de Valparaíso a inicios del siglo XX. Valparaíso, Ediciones Inubicalistas, 2022. Una versión modificada de este texto fue publicado en Cuadernos de Contingencia 5. Santiago, TEGE Ediciones, 2019.

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