
Claudio Guerrero Valenzuela
Nosotros… lo que hacemos son caminos, son caminos,
nada más que caminos, caminos condenados de antemano a ser borrados
por el viento y el destino…
Teófilo Cid
Qué escande el hilo fino de la lluvia
en la flor del ciruelo.
A qué se debe esta postura
de fisgonear el movimiento de las bandurrias
tasar el soporte del viento.
Qué pasa cuando el ojo se enciende sobre el oído.
Acaso las risas destempladas de los amigos
indique que todo está bien
es momento de abrir la imagen
algo oblicua podríamos asegurar
se superpone y proyecta como por DeLight Lab
entre la cama de un hostal en Temuco
y un edificio de veinte pisos
que bien podría estar en cualquier parte
indiferente al carácter de los lugares.
La luz reúne a tu padre con Klaus Kinski
una tarde de sábado en las que no es requisito
salir a pasear por los pueblos
en la que quizás se mantiene como estado de ánimo común
algo así como una desidia
o una tristeza leve difícil de precisar
un cuerpo de gato lamiéndose el pelaje
en la punta de la piel el vértigo de la noche anterior
oscura como la borra en un vaso de vino
precipitada e irrespetuosa
contra la lenta cancelación del futuro.
Video Lar
Santiago de Chile
Parque Bustamante
en la sección de cine arte
Aguirre la ira de Dios
tal vez no sea necesario intercambiar palabra alguna.
Klaus Kinski buscando El Dorado
un mono triturado en sus manos
solo en medio del Amazonas
enloquecido sobre una balsa de madera
infringiendo una tarde cualquiera con la obstinación
cuando no se era más que interrogantes
sin cuajar nada muy preciso
buscando el dorado en el poema
algo así como un té caliente
sorbeteado con el menor ruido posible
de modo de no trizar la escena.
El frío
la lluvia
la luz
la flor del ciruelo
y un impertérrito edificio
atravesado por bandurrias
son el soporte para este encuentro
desorbitada línea de montaje
Klaus Kinski con casco de Lope de Aguirre
atravesando Amereida para llegar a Temuco
pasando por Santiago calle Seminario esquina Bilbao
todo incluido
desayuno continental
a la misma hora en que el canto-pato bandurrial
choca con la bocina del tren de carga
y la travesía de Klaus Kinski se diluye con los créditos
dejando entrever el mortero damasco del homogéneo edificio
y el rostro del padre que rebobina la cinta
el VHS encajado en el plástico
de medio a primer plano
enciende un nuevo cigarro
una luz como estrella fugaz
termina en negro.
Claudio Guerrero Valenzuela (Santiago de Chile, 1975). Posee una trayectoria poética de más de veinte años. Es autor de los poemarios: El silencio de esta casa (2000), El libro de las cosas que se ignoran (2002), Pequeños migratorios (2014), Código menor (2017) y Las corrientes luminosas (2020). Doctor en literatura, licenciado en humanidades con mención en lengua y literaturas hispánicas, se desempeña como académico e investigador del Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Católica de Valparaíso. [Lee una entrevista que le hicimos aquí]